Divulgando la cultura en dos idiómas.

Compartir es progresar

By Ismael Cala (@CALACNN)
El arte de compartir, además de ser una herramienta fundamental en el camino hacia la abundancia, se ha convertido en un pilar de la propia existencia humana. Un equipo de investigadores ha publicado en la revista Nature Communications que nuestra especie se habría extinguido si el egoísmo reinara entre las características de los seres humanos.
La virtud de compartir se aprende con el tiempo y se desarrolla gracias a la empatía. Precisamente, un estudio de la Universidad de Zúrich (Suiza) asegura que la empatía provoca altruismo en las personas egoístas, debido a la activación de determinadas conexiones cerebrales.
De tal manera, como hemos hablado en numerosas ocasiones, la neuroplasticidad nos permite entrenar el cerebro como un músculo más. El aprendizaje de las diferentes habilidades relacionadas con el arte de compartir favorece la creación de hábitos.
En ocasiones erramos al pensar que, para alcanzar nuestros sueños, debemos olvidarnos de ayudar a los demás a cruzar su meta. El egoísmo es en realidad una señal de debilidad ante el miedo a realizar ciertos sacrificios. Desarrollar una mentalidad de abundancia, en cambio, nos acerca más hacia el éxito y la excelencia.
El filósofo ateniense Demetrio de Falerea decía que los «amigos verdaderos son los que vienen a compartir nuestra felicidad cuando se les ruega y nuestra desgracia sin ser llamados».
Enseñar a los niños desde edades tempranas es un proceso lento, pero fundamental, y uno de los objetivos de mi cuento infantil (bilingüe e ilustrado) “La piñata mágica”, recientemente publicado.
¿Qué técnicas podemos enseñar a los pequeños en este sentido?
– Anímale a regalar juguetes o dibujos a sus amigos.
– Enséñale a compartir las cosas de su entorno y a jugar en grupo, para favorecer también su capacidad social y empática.
– Hazle consciente de la realidad de otros niños en circunstancias más complicadas.
– Recuérdale que las cosas de la casa pertenecen a toda la familia, y debe compartirlas.
– Como también nos sucede a los adultos, habrá juguetes por los que sienta un significado especial y no desee prestarlos. Es normal. Ayudémoslo a gestionar tales significados, sin exagerar.
A partir de los 24 meses, los niños experimentan una fase en la que comienzan a considerar sus juguetes como parte de su propiedad. Este es un buen momento para enseñarles que no seremos capaces de progresar si no compartimos con los demás.
www.IsmaelCala.com

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