Divulgando la cultura en dos idiómas.

Greta’s Superpower

By Jorge Ramos

“Greta is the child in the emperor’s tale, and we all are naked.”
— “Nuestra Casa Está Ardiendo” (“Our House Is On Fire”)

Politicians meet, sign agreements, give speeches. Meanwhile, our planet continues to get hotter. According to the most discouraging forecasts, we’re about to reach an environmental tipping point. If we do, thousands of species will become extinct and millions of people will die. Those of us who survive it will face a radically different world.
The data doesn’t lie. It’s likely that the past decade (2010-19) will turn out to be the warmest ever recorded, according to a report by the World Meteorological Organization, with 2019 perhaps the second or third hottest year on record. Carbon dioxide concentrations are increasing, ocean levels are rising and the polar ice caps are melting, making climate change undeniable.
What we need most is a sense of urgency. And that’s exactly what Greta Thunberg has brought to the table. In August 2018, the Swedish teenager started spending nearly every Friday outside the Parliament building in Stockholm, demanding that her government do something to address the climate crisis. Thunberg’s personal determination has reignited a worldwide movement.
During a speech earlier this month at the COP25 United Nations climate summit in Madrid, Thunberg denounced world leaders for failing to tackle climate change: “Our leaders are not behaving as if we were in an emergency. In an emergency you change your behavior. If there is a child standing in the middle of the road and cars are coming at full speed, you don’t look away because it’s too uncomfortable. You immediately run out and rescue that child. … Without pressure from the people, our leaders can get away with basically not doing anything.”
It’s clear we’re doing nothing to save the child in the road — that’s what Thunberg has forced us to realize. This teenager, who sails across the Atlantic instead of flying in order to reduce her carbon footprint, has raised her voice to warn us that we’re running out of time.
The young men and women of Thunberg’s generation are going to suffer because of the inaction and fecklessness of their parents and grandparents. We will leave them a hotter world, where extremes are the new normal: more frequent and more powerful hurricanes, more draughts and fires, more flooding and natural disasters. This is our legacy: Mother Nature angry and on steroids.
The fractious relationship between Thunberg and President Donald Trump perfectly illustrates the stark contrast between the older and younger generations. She’s 16; he’s 73. She believes humans are causing climate change; he doesn’t. After Time magazine named Thunberg its Person of the Year recently, Trump attacked her on Twitter. Without even trying to hide his jealousy, the president tweeted that it was “ridiculous” that she had received such an honor and that she should “work on her Anger Management problem.” He then recommended that she relax and “go to a good old fashioned movie with a friend!”
Fortunately, Thunberg has a great sense of humor. She responded by updating her Twitter bio with an almost word-for-word quotation of Trump’s offensive tweet, making sure nobody would forget it. The mocker was mocked. (Never argue with a teenager on social media; you will always lose. Always.)
If Thunberg makes you uncomfortable the same way she makes Trump uncomfortable, it’s because she’s urging you personally to take real action, and is willing to hold you personally to account. She isn’t going to smile at you just to be polite.
In her mind, every decision we make is connected to something larger and vastly more important: the fight to save our planet. As Thunberg recently wrote on Twitter: “Every election is a climate election. Vote for your children. Vote for the planet. Vote for future generations. Vote for humanity.”
Beyond sounding the climate alarm — our world is on fire and we urgently need to do something about it! — Thunberg has emerged as a powerful symbol of hope. She firmly believes that we can change things if we set our minds to it. And she has transformed her Asperger’s syndrome, an autism spectrum disorder, into a source of strength. As Thunberg says, “Being different is a superpower.”
This is precisely the right message for these times. If we keep doing things the same way, we’ll fall right off the cliff. Only if we start making different choices will our planet have a viable future. For Thunberg, the time for us to act is now.

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Greta y su superpoder

“Greta es el niño del cuento del emperador. Y todos estamos desnudos”.
—Nuestra casa está ardiendo
Greta Thunberg no les cree. Nada.

Los políticos se reúnen, firman acuerdos, dan discursos. Pero el planeta sigue calentándose y, si nos basamos en los pronósticos más desalentadores, estamos por cruzar un punto sin retorno. Eso significaría el fin de miles de especies, la muerte de millones de personas y un cambio radical en la manera en que vivimos. Si sobrevivimos…
Los datos son inequívocos. La última década (2010-2019) será, casi por seguro, la más caliente de la historia, según el reporte de la Organización Meteorológica Mundial. Este año está encaminado a ser el segundo o tercero con las temperaturas más altas. Las concentraciones de dióxido de carbono siguen aumentando, los niveles de los océanos suben y las capas polares se derriten, lo que hace imparable el cambio climático.
No hay otros datos. Lo que falta es un sentido de urgencia. Y eso es precisamente lo que está aportando Greta, una adolescente sueca que se dio a conocer con sus protestas contra la inacción de los políticos. Todos los viernes, frente al parlamento de su país en Estocolmo, decía que era hora de actuar. Lo que comenzó como una decisión personal se ha tornado en un movimiento mundial.
El reciente discurso de Greta en Madrid, en una conferencia de la cumbre climática de las Naciones Unidas, la COP25, fue brutal. Acusó a los principales líderes del mundo de no hacer nada para enfrentar el cambio climático. Y se los dijo así: “Nuestros líderes no se están comportando como si estuviéramos en una emergencia. En una emergencia tú cambias tu comportamiento. Si hay un niño parado en la mitad de una calle y ves los carros pasar a alta velocidad, no volteas a otro lado sólo porque te hace sentir muy incómodo. Inmediatamente corres y rescatas al niño […]. Sin presión de las personas, nuestros líderes se pueden escapar sin hacer básicamente nada”.
Bueno, el niño está en la calle y no estamos haciendo nada para salvarlo.
Esto es lo que Greta nos ha obligado a ver. Esta joven, que cruzó el Atlántico dos veces en embarcaciones pequeñas para dejar la menor huella de carbono posible y que escoge muy bien sus pocas palabras, ha levantado su voz para decirnos que el tiempo se nos está acabando. Al final de cuentas es su generación la que va a sufrir las mayores consecuencias de la falta de acción y compromiso de quienes hoy somos padres o abuelos. Es cierto; les estamos dejando un mundo caliente y furioso, donde los extremos son lo normal: huracanes más recurrentes y poderosos, más sequías y fuegos, más inundaciones y tragedias naturales. Nuestra herencia es la madre naturaleza en esteroides.
Ese legado de nuestras generaciones a las más jóvenes queda en evidencia con dos de las figuras mundiales más influyentes: Greta y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El contraste entre ambos no podía ser mayor. Ella tiene 16 años, él 73. Ella cree que el cambio climático es causado por la actividad de los seres humanos, él no. Y tras haber sido elegida como la “persona del año” por la revista Time, en lugar de recibir un halago por parte del Presidente estadounidense, fue acosada verbalmente. Trump dijo, sin ocultar una dosis de envidia, que su reconocimiento era algo “ridículo”. Luego le sugirió que debería “trabajar en su problema de Manejo de la Ira” y, de paso, le recomendó relajarse y “ver una buena película con un amigo!”. Greta, con sentido del humor y sabiduría, cambió su biografía en Twitter y copió casi textualmente las palabras de Trump, para que nadie las olvide. El burlador burlado. (Lección número 1: nunca te pelees con un adolescente en las redes sociales, vas a perder. Siempre).
Si Greta te incomoda, como incomodó a Trump, es porque te exige actuar, te pide congruencia y no te va a sonreír por compromiso. Para ella todas nuestras decisiones cotidianas tienen que ver con algo más grande e importante: todo es una lucha para salvar nuestra casa. Esto es lo que escribió recientemente en su cuenta de Twitter: “Cada elección es una elección sobre el clima. Vota por tus hijos. Vota por el planeta. Vota por las futuras generaciones. Vota por la humanidad”.
Además de su llamado de emergencia —el mundo se quema y urge hacer algo— Greta ha surgido como un poderoso símbolo de esperanza. Ella cree que sí podemos cambiar las cosas. Y ha transformado su síndrome de Asperger en un motivo de fortaleza. Ella tiene una frase maravillosa: “Ser diferente es un superpoder”.
Ese es precisamente el mensaje. Si seguimos haciendo lo mismo, nos dirigimos al precipicio. Sólo si actuamos de una manera distinta, y pronto, el planeta tiene un futuro viable. Greta lo tiene clarísimo.

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