“Por Dios, eso es peligroso!”
Esa fue mi reacción al ser asignado un trabajo en Cuidad Juárez, México. Esta reacción fue reforzada por las reacciones de mis compañeros de trabajo, amigos y familiares cuando les comenté que viajaría a estos lugares.
“He escuchado que personas inocentes son asesinadas cada día,” un amigo comentó.
“No se te ocurra salir de noche,” un familiar me advirtió.
“Espero que regreses sano y salvo,” bromeó un compañero de trabajo.
En el vuelo a El Paso, Texas, me senté junto a una joven, quien con su esposo, un oficial de la armada, viven en el área desde hace 3 años.
“Lo que sea que hagas, no cruces la frontera,” la joven advirtió. “Es muy peligroso y no vale la pena.”
“El Paso es un poco más seguro, pero sólo durante el día,” mencionó al aterrizar.
Hasta los lugareños confirmaban que mi reacción no fue muy lejana a la realidad.
Una vez en El Paso, mi plan era comer y pasar el resto del día en el hotel hasta tener que ir al trabajo la mañana siguiente. Después de un ligero rezo, salí del aeropuerto hacia el hotel. El camino fue fantástico. Las autopistas están en mejor condiciones que en Kansas City. La escenografía fue impactante. Montañas por todos lados que uno ve.
La ida desde el aeropuerto al hotel fue suficiente para borrar toda presunción que tenía. Estaba listo para explorar el lugar que acababa de pasar. Pude visitar tres Misiones, un par de riquísimos restaurantes, y visité el “scenic route” de día y de noche. El “scenic route” es un camino de montaña que tiene una vista panorámica de El Paso y Ciudad Juárez.
En ningún momento me sentí inseguro. Cada persona que cruce fueron buenos, educados, y amables. Me sentí muy embroncado conmigo mismo por prejuzgar una ciudad.
Temprano a la mañana siguiente, y después de un rico desayuno, crucé a México. Nuevamente, para mi sorpresa, encontré una ciudad limpia y acogedora que no se veía para nada a la Ciudad Juárez que yo imaginaba ignorantemente.
Aprendí que no debemos juzgar algo en base a nociones preconcebidas. Fui bendecido con la posibilidad de visitar estas dos hermosas ciudades. Considero ahora mi trabajo compartir mi experiencia.
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Ciudad Juarez and El Paso: Two great surprises
Commentary by Dermidio Juez Perez
“OMG, that’s dangerous!”
That was my reaction when I was assigned a job in Ciudad Juarez, Mexico. That reaction was reinforced by the reactions of coworkers, friends and family members when I told them I was going there.
“I heard innocent people get killed every day,” a friend said.
“Don’t you dare to go out at night,” a relative warned.
“I hope you come back safe,” a coworker joked.
On the flight to El Paso, Texas, I sat next to a nice young lady, who with her husband, a soldier in the Army, were stationed at Fort Bliss and had spent the past three years in the area.
“Whatever you do, do not cross the border,” the lady warned me. “It’s dangerous and not worth it.”
“El Paso is somewhat safe, but only during daylight,” she mentioned as we landed.
Even the locals were confirming that my first reaction wasn’t far from reality.
Once in El Paso, my plan was to get food and spend the day at my hotel until going to work the next morning. After a short prayer, I left the airport to head to the hotel. The drive was fantastic. The highways were as good as or better than those in Kansas City. The drivers were polite. And the view was out of this world. There were mountains everywhere.
The drive from the airport to the hotel was enough to erase any presumptions I’d had. I was ready to explore that gorgeous land I had just past. I visited three amazing missions, a few tasty restaurants and drove the scenic route at day and night. The scenic route is a mountain road that overlooks El Paso and Ciudad Juarez.
Never did I feel threatened. Everyone I encountered was nice, educated and polite. I was upset at myself for prejudging a city.
Bright and early and after a great breakfast, I crossed into Mexico. Again, to my surprise, I found a clean, inviting city that looked nothing like the Ciudad Juarez I had envisioned in my ignorant mind.
I learned we shouldn’t judge anything based on preconceived notions. I was blessed to visit two beautiful cities. I consider it my job to share my great experience.