Divulgando la cultura en dos idiómas.

Un Presidente Pequeño

Ramos

Muy cerca de Miami, en un cuarto piso, huele a corrupción. Otra vez se refuerza la percepción de que la familia presidencial mexicana se beneficia de su posición. La historia se repite. Y todo comenzó con reporteros haciendo su trabajo.
Un reportaje de José Luis Montenegro y Julio Roa de The Guardian asegura que un empresario mexicano, Ricardo Pierdant, le presta su apartamento en Cayo Vizcaíno a la familia presidencial. El apartamento en cuestión, 404, queda exactamente arriba del número 304 que la primera dama, Angélica Rivera, compró en el 2005. Ambos condominios, según el reportaje, se administran como si fuera uno solo, y comparten el mismo número de teléfono.
Pero hay más. Pierdant, a través de la compañía Biscayne Ocean Holdings, pagó $29,703 de impuestos prediales del año 2013 del apartamento de Rivera, dice The Guardian. En ese momento Peña Nieto ya era presidente de México.
El periodista Gerardo Reyes de Univisión Investiga informa que Ricardo Pierdant y Peña Nieto se conocen hace mucho — antes, incluso, de su matrimonio con Angélica Rivera. Ellos fueron compañeros en la Universidad Panamericana. Peña Nieto no puede decir que no sabía del apartamento.
¿Qué esperaba ganar el empresario a cambio de prestar su propiedad de $2 millones de dólares y pagar impuestos de la primera dama? No lo sabemos. Pero el diario británico asegura que la empresa de Pierdant (Grupo Pierdant) es un “contratista potencial” para construir puertos en México y “se espera que concurse por lucrativos contratos gubernamentales.”
La presidencia de México, a través de un comunicado, dijo que The Guardian, “faltó a la verdad” y que se trata de una “especulación” decir que Pierdant es un contratista potencial. Pero no negó lo esencial del reportaje.
Es muy preocupante que un empresario, con operaciones en Estados Unidos y en México, pague impuestos de la familia presidencial y les preste un apartamento de lujo. Más allá del problema de percepción, se trata de un gravísimo error de juicio. ¿Quién asesora al presidente de México sobre cuestiones de imagen y corrupción?
Menos mal que, en este caso, el gobierno no podrá presionar para que despidan a los reporteros de The Guardian (como hicieron antes con Carmen Aristegui y su equipo). Pero lo más lamentable es que el Presidente y su esposa no aprenden. El ejemplo que dan es fatal. ¿Qué pasaría si todos los funcionarios públicos aceptaran favores como el Presidente y su esposa?
Además, hay una cuestión legal. ¿Violaron el Presidente y su esposa la Ley Federal de Responsabilidades de Servidores Públicos? En el artículo 88 la ley prohíbe recibir dinero, donaciones o servicios. Y en el artículo 89 establece que un funcionario público — como el Presidente — debe informar de “obsequios, donativos o beneficios en general”. ¿Lo hizo? Por eso hay que investigar. Sin embargo, es poco probable que el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción se estrene con el Presidente.
Hace poco Peña Nieto pidió perdón por la llamada Casa Blanca mexicana, valuada en $7 millones de dólares, y que su esposa compró a un importante contratista del gobierno. Realizaron una falsa investigación oficial — encargada a un subalterno — y dijeron no haber violado la ley. Pero el golpe a su reputación fue terrible. O eso creíamos.
Después de pedir perdón, la pareja presidencial debió haber arreglado todos sus asuntos y evitar otro conflicto ético. No fue así.
Luego del escándalo de la Casa Blanca, Rivera fue obligada a regresar la propiedad. Tras este nuevo escándalo, lo menos que pueden hacer ella y su esposo es desalojar el apartamento en y reembolsar los impuestos. Pero ya me sé el cuento. Dirán que no hay nada ilegal en lo que hicieron y la vida seguirá igual.
Lo más triste es que uno de los presidentes más jóvenes que ha tenido México será recordado no por grandes obras o ideas sino por la frivolidad de tratar de beneficiar a su familia con otra casa y otro apartamento.
Qué Presidente tan pequeño. No es el líder que México necesitaba en estos momentos.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de noticias de Univision Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es “A Country for All: An Immigrant Manifesto”.)
(¿Tiene algún comentario o pregunta para Jorge Ramos? Envíe un correo electrónico a Jorge.Ramos@nytimes.com. Por favor incluya su nombre, ciudad y país.)

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Another Scandal for Peña Nieto

By Jorge Ramos
Once again, Enrique Peña Nieto and his family appear to be benefiting from his position as president of Mexico. Once again, a scandal has been sparked by reporters asking questions. And once again, the whole situation reeks of corruption.
José Luis Montenegro and Julio Roa, reporters at The Guardian, recently revealed that Peña Nieto’s family has been using an apartment worth about $2 million in Key Biscayne, Florida, which is owned by Ricardo Pierdant, a Mexican businessman. Pierdant’s apartment, Unit 404, is located directly above Unit 304, which is owned by Peña Nieto’s wife, Angelica Rivera. She bought her apartment in 2005. According to the reporters, both units are managed as one property and share the same phone number.
A recent follow-up report from Gerardo Reyes at Univision claimed that the apartments are connected by a private elevator. Reyes also explained that Pierdant and Peña Nieto go way back — they were schoolmates in college (if pressed, it’s doubtful that Peña Nieto can claim to have had no knowledge of this arrangement).
But that’s not all. Montenegro and Roa reported that Pierdant used a holding company to pay $29,703 in property taxes for Rivera’s apartment in 2013. One has to wonder: What did Pierdant expect in return for lending out his million-dollar property and paying Rivera’s taxes? We don’t know. However, the journalists have explained that Pierdant’s company, Grupo Pierdant, is expected to bid for a lucrative government contract to manage seaports in Mexico.
After the article was published, Peña Nieto’s office issued a press release blasting The Guardian for “violating the truth” but did not deny the facts of the report.
Did Peña Nieto violate any laws? According to Article 88 of the federal law that outlines responsibilities for public servants, Mexican officials are barred from receiving money, donations or services in their official capacity. And Article 89 says that elected officials are required to publicly report any “gifts, donations or benefits.” Did the president ever report that his family was borrowing an apartment, or that property taxes were being paid on his wife’s property? This matter must be thoroughly investigated.
What this represents, at the very least, is yet another critical error of judgment for the president, in a long series of such errors: The fact is that a businessman with operations in both the U.S. and Mexico appears to have paid taxes for Peña Nieto’s family and allowed them to use his luxury apartment.
And the strangest thing about this new scandal is that it’s not entirely new. In July, Peña Nieto apologized for the so-called “Mexican White House” scandal, in which Rivera bought a luxury home worth millions of dollars from Grupo Higa, a government contractor.
After reporters in Mexico revealed that story, Peña Nieto tasked a subordinate with launching a bogus investigation into the purchase last year. Of course, the investigators concluded that no laws had been violated — but Peña Nieto’s reputation suffered a deep blow.
After issuing that apology, Peña Nieto and Rivera should have ensured that all of their business dealings were made public in order to avoid the appearance of any further conflicts of interest. But they didn’t. Does no one advise Peña Nieto on how to maintain his image and reputation? Does he not realize how suspicious this looks? Peña Nieto and Rivera simply refuse to learn their lesson, and they’re setting a truly appalling example for the country — and for other Mexican public officials.
After the last scandal, Rivera was forced to sell the property. Following this new misstep, she and her husband should, at the very least, vacate the borrowed apartment in Key Biscayne and repay the property taxes. But I already know that won’t happen: They will just claim that they did nothing illegal.
It’s sad that one of Mexico’s youngest presidents will be remembered not for his big deeds or great ideas, but for his foolishness in failing to realize that he and his family should not benefit — nor even appear to benefit — from his office. Peña Nieto is simply not the leader Mexico needs.
(Jorge Ramos, an Emmy Award-winning journalist, is a news anchor on Univision and the host of “America With Jorge Ramos” on Fusion. Originally from Mexico and now based in Florida, Ramos is the author of several best-selling books. His latest is “Take a Stand: Lessons From Rebels.” Email him at jorge.ramos@nytimes.com.)

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