Una imagen que ha saltado en las redes sociales me ha hecho confirmar lo que dice Sir John Bowring: “Una familia feliz no es sino un paraíso anticipado”. Se trata de una fotografía viral en la que aparecen cuatro personas. Un padre y su hijo acostados, con dos pequeños bebés prematuros sobre el pecho.
Los niños prematuros tan solo tienen 700 gramos. El padre y el hermano hacen de incubadoras humanas, una práctica innovadora en países como Suecia y Dinamarca. Verdaderamente, amar es compartir. La fotografía, tomada originalmente en 2008, pero republicada en Facebook por la organización NINO Birth, ya ha superado los 25.000 “me gusta”.
Esa máquina perfecta que llamamos cuerpo adquiere información desde el preciso momento en que nacemos. Incluso, en su interior, escuchando los latidos del corazón de la madre. Por ello, como se desprende de la iniciativa, la familia crea un estrecho lazo. Normalmente sucede con la madre; pero, si ella necesita una cesárea, otro familiar puede ocuparse con la misma pasión.
La «técnica canguro» ya comienza a adoptarse a lo largo del mundo. Según la guía para padres del hospital español Vall d›Hebron, este método «promueve el vínculo afectivo madre/padre-hijo/a, disminuye su nivel de ansiedad y aumenta su confianza y su participación». Además de propiciar grandes beneficios en la salud y el bienestar del pequeño.
El gesto transmite cariño y protección a dos personas que han llegado al mundo antes de tiempo. ¡Cuántas veces estamos ciegos ante las oportunidades de hacer más felices a quienes nos rodean! Son actitudes que marcan una gran diferencia en la vida de los demás.
Esta vez ha sido el contacto a través de la piel, que materializa el amor entre hermanos, padre e hijos; un gesto que podemos adecuar a nuestro día a día. Ser una persona empática nos ayudará a provocar reacciones en los demás. Un toque de apoyo en el hombro, una mano de consuelo o el simple hecho de mirar la vida con una sonrisa, para que otros se contagien de nuestra felicidad.
Sólo realizaremos estas actitudes, de forma consciente, cuando alcancemos el control emocional. La imagen del padre-incubadora, cobijando a sus hijos en el pecho, es un ejemplo de cómo las emociones pueden transformar la vida, incluso de los que acaban de llegar.
Aunque el novelista Mateo Alemán asegura que «no hay palabra ni pincel que llegue a manifestar amor de padre», esta vez sí existe una fotografía que recorre todo el mundo y da fe de ello.
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