A new insurance policy may affect HIV patients and others living with chronic disease, who need access to daily medications.
In the past ten years, the average deductible for individuals with employer-sponsored health plans raised from $616 in 2007 to $1,505 in 2017. Those covered through the Affordable Care Act exchanges face even higher deductibles.
According to Michael Beyer, Advocacy Manager at the National Coalition for LGBT Health, at the start of the year, patients could easily be paying more than $2,000 per month until they hit their deductibles.
However, most drug companies offer”co-pay cards.” Patients can present these cards to pharmacists, and the pharmacy will bill the drug company for most or all of the co-pay that patients owe their insurers.
When it comes to HIV, medications can cost more than $25,000 per year. Numerous public health agencies have set ambitious goals to get individuals tested for HIV, on the right treatment, and the viral load under control. These programs help ensure patients can afford the medicine they need to control the virus.
Insurers pay the bigger share of bills once patients hit their deductibles. Recently, insurers have changed these policies. They’ve rolled out “accumulator adjustment programs,” which don’t count coupons towards a person’s deductible. In fact, some health plans refuse to accept co-pay cards, which significantly increases the costs that the patient must cover on his own.
A new study from the University of Pennsylvania confirms that the high cost-sharing comes as a consequence for this non-adherence. Each year, non-adherence is linked to more than 125,000 deaths and up to 20 percent of hospital and nursing home admissions.
The problem starts when patients don’t take their medicines, and as a result, they get sicker. For those who suffer HIV, skipping just 2-6 days of medicine can boost virus loads by 25 percent. It’s harmful and counterproductive to block patients from using out-of-pocket assistance.
Nueva política sobre co-pagos y deducibles limitará el acceso a medicamentos
Una nueva reforma en las pólizas de seguro puede afectar a pacientes con VIH y otras personas que viven con enfermedades crónicas, que necesiten acceso a medicamentos diariamente.
En los últimos diez años, el deducible promedio para individuos con planes de salud patrocinados por el empleador aumentó de $616 en 2007 a $1,505 en 2017. Las personas cubiertas por Affordable Care Act enfrentan deducibles más altos.
Según Michael Beyer, Advocacy Manager de la Coalición Nacional para la Salud LGBT, a principios de año, los pacientes podrían estar pagando fácilmente más de $2,000 por mes hasta que completen sus deducibles.
Sin embargo, la mayoría de las compañías farmacéuticas ofrecen “credenciales de co-pago”. Los pacientes pueden presentar estas tarjetas a los farmacéuticos y la farmacia facturará a la compañía farmacéutica la mayor parte o la totalidad del co-pago que los pacientes le deben a sus aseguradoras.
Cuando se trata del VIH, los medicamentos pueden costar más de $25,000 por año. Numerosas agencias de salud pública se han fijado objetivos ambiciosos para que las personas se hagan la prueba del VIH, el tratamiento correcto y mantengan la carga viral bajo control. Estos programas ayudan a garantizar que los pacientes puedan pagar los medicamentos que necesitan para controlar el virus.
Las aseguradoras pagan la mayor parte de las facturas una vez que los pacientes alcanzan sus deducibles. Recientemente, las aseguradoras han cambiado estas políticas. Han implementado “programas de ajuste acumulativo”, que no cuentan los cupones en el deducible de una persona. De hecho, algunos planes de salud se niegan a aceptar tarjetas de co-pago, lo que aumenta significativamente los costos que el paciente debe cubrir por sí mismo.
Un nuevo estudio de la Universidad de Pensilvania confirma que el alto costo compartido es consecuencia de esta falta de adherencia. Cada año, la falta de adherencia se relaciona con más de 125,000 muertes y hasta el 20 por ciento de los ingresos hospitalarios y de hogares de ancianos.
El problema comienza cuando los pacientes no toman sus medicamentos y, como resultado, se ponen más enfermos. Para quienes sufren el VIH, omitir sólo 2-6 días de medicamentos puede aumentar la carga de virus en un 25 por ciento. Es dañino y contraproducente prohibir que los pacientes usen este tipo de asistencias.