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Catequesis de la fe con el padre Andrés 12.13.18

Queridos lectores, hermanos y hermanas Guadalupanos

¡Qué noche tan hermosa la del 12 de diciembre donde todos los Cristianos Católicos nos reunimos en los templos para celebrar a la Virgen María de Guadalupe, madre de América Latina, mujer que peregrina con cada uno de nosotros para darnos la esperanza de la salvación, Jesucristo el Señor.
Con esta imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, sentimos una profunda conexión espiritual con nuestros hermanos y hermanas en México – ¡y con los fieles Guadalupanos de todos los continentes!
¡Todos pertenecemos a una sola familia de Dios! Nuestros hermanos y hermanas están esparcidos por todas las naciones. María es la Madre de todos nosotros. Nos dirigimos a ella como Madre y Estrella de la Evangelización de América. Le damos las gracias por traer a Jesús a nuestros países y por el don de la fe.
Nos dirigimos a la Virgen también de una manera muy personal – como nuestra Madre.
La tilma milagrosa de San Juan Diego nos muestra el único verdadero “retrato” de nuestra Madre María, que jamás se ha “hecho”. ¡Fue un retrato “pintado” de rosas por la mano de Dios! Por eso, esta hermosa imagen que tenemos es tan preciosa. ¡Qué hermoso regalo nos ha dado nuestro Padre – que nos permite ver el rostro de nuestra tierna Madre, la Madre de Dios!
Tenemos que recurrir a esta imagen de nuestra Madre todo el tiempo. Tenemos que contemplar su dulce rostro y mirar sus ojos llenos de paz. Tenemos que hablar con ella como niños y decirle todo lo que está en nuestro corazón. Necesitamos sentir su ternura maternal para con nosotros.
Este día 12 recordamos su aparición en el Tepeyac. Recordamos las palabras de esperanza que habló a San Juan Diego: “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y bajo mi protección? … ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Necesitas algo más?”
Esta gran fiesta nos recuerda: ¡Estamos rodeados por todas partes del amor de Dios! Tenemos a Jesucristo, nuestro hermano, que camina con nosotros todos los días y se entrega a nosotros – en Cuerpo y Sangre – en la Sagrada Eucaristía. ¡Contamos con los ángeles y santos que velan por nosotros! ¡Y tenemos nuestra tierna Madre, la Virgen María!
Así que en este tiempo hermanos y hermanas, agradecemos a nuestro Padre celestial por los muchos dones que nos ha dado a través de María.
Y nos acogemos a María, nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Le pedimos que nos enseñe cómo ser buenas madres y buenos padres para nuestros hijos. Le pedimos que nos enseñe cómo ser buenos hijos e hijas.
¡Queremos ser personas que aman a Dios! ¡Queremos amar a nuestros hijos y nuestras familias! ¡Queremos ser personas que viven como Jesús, María y San José!
Así que le pedimos a la Virgen que nos ayude a ser siempre como ella. Que nos ayude a vivir siempre con Jesús en nuestros corazones, a vivir para compartir a Jesús con todo el mundo, en todo lo que hacemos.
¡Volvámonos al dulce rostro de nuestra Madre!
¡Estemos siempre cerca de nuestra Madre! ¡Dejemos que ella sea nuestra vida, dulzura y esperanza!
¡Que Viva la Virgen de Guadalupe!
¡Que viva San Juan Diego!
¡Que viva Cristo Rey!

Padre Andrés Moreno, Párroco, San Antonio
Kansas City Missouri

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