Divulgando la cultura en dos idiómas.

The Power of ‘Latinx’

By Jorge Ramos

This month, for perhaps the first time in history, the word “Latinx” was uttered during an American presidential debate. As a moderator at that Democratic debate in Houston, I began by telling the 10 candidates that the time had come to discuss “Latinx” issues.
Then, switching over to Spanish, I said: “En este país también se habla español. Este debate se realiza en un momento muy difícil para los Latinos en Texas y Estados Unidos. Pero es importante que ellos sepan — que sepamos — que este también es nuestro país.” (“In this country we also speak Spanish. We are having this debate at a very difficult time for Latinos in Texas and all over America. But it is important to remind them — all of us — that this is also our country.”)
Nothing makes racists in the United States angrier than Hispanics and immigrants reminding them that this is also our country. And it’s true: Today, there are roughly 60 million Latinos living in the U.S. According to the Census Bureau, that number will grow to nearly 100 million by 2050. No candidate will be able to win the White House (or, for that matter, any key political office) without our vote. It’s that simple.
Just look at Texas. A recent Univision survey suggests that the Lone Star State, long a Republican stronghold, could be flipped in the 2020 election. The survey projects that the Democratic candidate will defeat President Donald Trump, winning 47% of the Texas vote to Trump’s 42%.
Sure, there’s still a long way to go before the election — we don’t even know who the Democratic candidate is yet — and, of course, the surveys were wrong about Trump in 2016. But there’s no doubt that the country’s rising Latino population, with its increasing electoral clout, is starting to make its presence felt.
Unfortunately, racism toward Hispanics is also becoming increasingly evident. The El Paso shooting on Aug. 3 specifically targeted Latinos, and 19 of its 22 victims were Hispanic. (Only in the 2016 mass shooting at the Pulse nightclub in Orlando, Florida, were more Latinos killed.)
It’s a sign of the times, apparently. It seems that some in the United States are dead set against our sharing in more power and influence.
At the same time, a revolution is taking place within the Latino community itself. The political leadership is changing. Our opposition strategy is changing. Even the words we use are changing.
Alexandria Ocasio-Cortez, the 29-year-old Democratic representative from New York, is at the forefront of this generational transformation. But she isn’t alone. American-born Hispanics, not immigrants, are driving most of the growth within the Latino community. And this in turn is giving rise to a new and dynamic political class. Nothing is beyond their reach.
Instead of playing according to Washington’s rules, a strategy that hasn’t always had the best results, the Latino community’s new political approach includes organizing protests, asking tough questions and mastering the use of social media.
We have much to thank the “Dreamers” for in this respect. Frustrated at the lack of progress on immigration policy, they pressured former President Barack Obama to act. The result was the Deferred Action for Childhood Arrivals program, which temporarily protected young immigrants who had been brought to the U.S. illegally from deportation. Now, even non-“Dreamers” act like “Dreamers,” because their activist strategy really works.
When it comes to changes in our language, the word “Latinx” is a particularly powerful example of the cultural transformations underway. The gender-neutral term is more inclusive than words like “Latino” or “Hispanic.” It is both singular and plural; it’s pronounced the same way in English and Spanish; and it brings together a wide range of communities with a shared history of oppression — indigenous groups, people of African descent and the LGBTQ community — as well as people from Brazil and the Caribbean. It suggests a new sense of openness and fluidity. “Latinx,” in short, does not discriminate: It raises a big tent.
I don’t know if “Latinx” will replace “Latino” or “Hispanic” any time soon. But “Latino” and “Hispanic” are both male-gendered terms, which already leave out half the population. That’s not fair. “Latinx,” in contrast, isn’t a binary term. This makes it more egalitarian.
As we celebrate America’s Hispanic heritage, the fight continues for the Latinx idea to be seen as an essential part of that heritage, and of the nation’s future. The Latino-American labor leader Cesar Chavez had it right when he said: “We have seen the future, and the future is ours.”

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El Poder de ‘Latinx’

Por quizás primera vez en la historia de los debates presidenciales en Estados Unidos se escuchó la palabra “Latinx”. Al dirigirme en inglés a 10 de los candidatos Demócratas a la presidencia en Houston, Texas, les adelanté que hablaríamos de temas “Latinx” y luego, cambiando de idioma, les dije: “En este país también se habla español. Este debate se realiza en un momento muy difícil para los latinos en Texas y en todo Estados Unidos. Pero es importante que ellos sepan — que sepamos — que este también es nuestro país”.
No hay nada que les moleste más a los racistas y a los intolerantes en Estados Unidos que los hispanos y los inmigrantes les digamos que este también en nuestro país. Y lo es. Somos alrededor de 60 millones y, según proyecciones de la Oficina del Censo, para el 2050 seremos casi 100 millones de latinos. Nadie podrá ser elegido a la Casa Blanca y a los principales puestos políticos del país sin nuestro voto. Así de sencillo.
Por ejemplo, una reciente encuesta de Univision sugiere que Texas — un estado que por décadas ha votado por el partido Republicano — podría cambiar en el 2020. La encuesta predice que el candidato Demócrata vencería al presidente Donald Trump en Texas con un 47% frente a un 42%. Sí, falta mucho todavía. No sabemos quién será el candidato Demócrata y las encuestas se equivocaron con Trump en el 2016. Pero lo que no cabe duda es que el aumento de la población latina, y su creciente poder electoral, ya se está sintiendo.
Lo que también se está sintiendo es el racismo contra los hispanos. Diecinueve de los 22 muertos en la masacre de El Paso, Texas, el pasado 3 de agosto eran latinos. Ese fue un ataque dirigido específicamente contra nosotros. (Sólo en la matanza de la discoteca Pulse en Orlando en el 2016 hubo más latinos asesinados.)
Señales de nuestros tiempos. Es como si en Estados Unidos hubiera una abierta resistencia a que tengamos cada vez más presencia, más influencia y más poder.
Mientras todo esto ocurre, se está gestando una revolución dentro de la misma comunidad latina. El liderazgo político está cambiando. La estrategia de lucha está cambiando. Y hasta las palabras están cambiando.
Hay un cambio generacional de liderazgo, con la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, de 29 años, al frente. Pero ella no es la única. La mayor parte del crecimiento de la comunidad viene de latinos que nacieron aquí, no de inmigrantes. Y esto está creando una nueva y pujante clase política. Nada está fuera de su alcance.
La estrategia también es distinta. En lugar de acomodarse a los juegos políticos en Washington — que no dieron muy buenos resultados — la nueva forma de luchar es con protestas, cuestionamientos directos y un agresivo uso de las redes sociales. Y aquí hay mucho que agradecerles a los “Dreamers”. Ellos vieron que no pasaba nada en la cuestión migratoria y presionaron al presidente Barack Obama hasta que consiguieron DACA, un programa de protección temporal para evitar su deportación. Ahora hasta los que no son “Dreamers” actúan como “Dreamers”, porque da resultados.
Lo que también está cambiando son las palabras que usamos. El término más poderoso que ha surgido en los últimos años es “Latinx”. Es una palabra más incluyente que “Latino” o “Hispano”, es neutral respecto al género, reúne a comunidades que han sido históricamente discriminadas, (como los indígenas, los afrodescendientes y personas LGBTQI) abarca también a brasileños y caribeños, se pronuncia igual en inglés que en español, es singular y plural, y sugiere una constante apertura y fluidez. Latinx, en pocas palabras, no discrimina: Es una gran casa.
No estoy seguro de que el término Latinx pronto vaya a reemplazar a “Latino” o “Hispano”. Pero basta apuntar que tanto “Latino” como “Hispano” utiliza el masculino como término genérico, dejando fuera a la mitad de la población. Y eso no es parejo.
“Latinx”, en cambio, no obliga a ninguna definición binaria y es, por lo tanto, más igualitario.
En estos días en que se celebra la herencia Hispana en Estados Unidos, lo que yo veo — más que una fiesta — es una lucha constante para que los Latinx seamos vistos como parte esencial de este país. El líder Cesar Chávez tenía razón cuando dijo: “Hemos visto el futuro y el futuro es nuestro”.

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