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Jorge Ramos Column: Trump: ‘I’m Using Mexico’

THE COUNTRY ITSELF HAS BECOME THE WALL. THIS HAS TO CHANGE.
MIAMI — “I’m using Mexico to protect our border.” Millions of Americans didn’t even notice this recent remark made by President Trump. But Mexicans certainly did. They thought Mr. Trump’s words were a blatant attack on their nation’s sovereignty.
Still, while the president’s statement was arrogant and offensive, it’s actually true. Mr. Trump made his comment about the border on Sept. 26, just two days after Nancy Pelosi, the Democratic speaker of the House, launched a formal impeachment inquiry that could lead to the president’s removal from office. Yet sandwiched between the constant “witch hunt” accusations, Mr. Trump managed to say something that hit a raw nerve.
“I want to thank Mexico,” Mr. Trump continued. “Twenty-seven thousand soldiers they have. But think of how bad that is — think of it — where we use Mexico because the Democrats won’t fix our broken immigration system.”
Almost 400,000 people have watched a video I posted on Twitter of Mr. Trump saying this. Some felt humiliated by the president’s statement. After all, a friend wouldn’t say to another friend that he’s using him, much less say it in public.
But President Andrés Manuel López Obrador of Mexico (or AMLO, as he’s known) didn’t see it that way. “There’s nothing we should be ashamed of,” he said at a news conference. “We protect Mexico’s sovereignty. At the same time, we try to avoid confrontation.”
A salient feature of Mexico’s current foreign policy is precisely AMLO’s reluctance to confront anyone outside of the country. In short, American officials say what they want, and Mexico — almost always — goes along with it. The relationship between the two nations is by no means an egalitarian one. In fact, it poses a threat to Mexico: Mr. Trump has previously warned that he would impose tariffs if Mexico didn’t back his immigration agenda.
Mexico may not have paid for the president’s wall, but the country has, in effect, become Mr. Trump’s immigration police force. Mexico itself has become the wall.
Recently the Ministry of Foreign Affairs in Mexico triumphantly announced a 56 percent decline in the number of Central American immigrants crossing Mexican territory between May and August. Why would Mexico force an entire family from Honduras or El Salvador to stay in Matamoros or Ciudad Juárez, if the United States is where they really want to go? The answer, sadly, is clear: Because that is exactly what the American government wants. Mexico is accepting tens of thousands of immigrants that Mr. Trump is refusing to take in. Mexico is now the United States’ safety valve.
Mexico’s president “basically, has accepted all terms and conditions” set by the United States, Armando Santacruz, president of Mexico United Against Crime, told me in an interview. “Yes, we are the wall. And [Mexico’s] National Guard is now spending a lot if its resources keeping immigrants away.”
I don’t know where Mr. Trump came up with the 27,000 soldiers figure. Perhaps he was referring to the number of National Guard (or Guardia Nacional) troops currently protecting the Mexican border with Guatemala as part of an effort to prevent Central Americans from entering the country en route to the United States. The National Guard was never meant to serve as an immigration agency for the United States. It was created to combat crime in Mexico — something it has failed to do thus far.
But Mexico is not only using the National Guard to turn away Central Americans. It has also agreed to accept immigrants who are seeking asylum in the United States while their applications are being processed. The country is basically America’s waiting room.
The Trump administration has placed great pressure on the Mexican economy to get what officials want, precisely at a time when financial indicators suggest a recession could be looming.
Even so, we are talking about sovereignty, about dignity and basic respect for human rights, under circumstances where the safety of people fleeing gangs, violence and extreme poverty is at stake. Mexico should never forget that for decades it was an “immigrant exporter.” Now it must treat Central Americans with the same care and respect it has always demanded for Mexicans living in the United States.
It’s true: President Trump is using Mexico. And, against all logic, Mexico is letting him get away with it. This has to change.
What can Mexico do? It must refuse to be Mr. Trump’s wall, to be the United States’ waiting room and safety valve. Mexico must re-embrace its honorable tradition of protecting the persecuted and most vulnerable, whether they’re fleeing civil war in Spain or crime and hunger in Central America.
To President López Obrador, I say this: It is a mistake to place bets on Mr. Trump. This is something all his former friends have learned the hard way. Do you really want to be associated with the policies of a president who, according to a recent report in The New York Times, suggested shooting migrants at the border in the legs? Why haven’t Mexicans taken to the streets in outraged protest?
Mr. Trump is on the wrong side of history. When he finally leaves office, his accomplices and partners, inside and outside the United States, will be judged harshly for their misdeeds.
There is still time to do the right thing.

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Donald Trump: ‘Estoy usando a México’

MÉXICO NO PAGÓ POR EL MURO DEL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS, PERO EN LA PRÁCTICA SE HA CONVERTIDO EN SU POLICÍA MIGRATORIA. ESO DEBE CAMBIAR. MIAMI, Estados Unidos — “Estoy usando a México para proteger nuestra frontera”, dijo el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El comentario pasó desapercibido para millones de estadounidenses. Aunque no para muchos mexicanos, quienes sintieron en las palabras de Trump una flagrante violación a la soberanía de México.
Fue un comentario ofensivo, arrogante y fuera de lugar, pero, quizás, totalmente cierto. Ese 26 de septiembre apenas habían pasado dos días desde que la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anunció una investigación que podría culminar con la destitución de Trump a través de un juicio político. Pero en medio de acusaciones de que se trataba de una “cacería de brujas”, Trump coló esa frase que tanto dolió en México.
“Quiero agradecer a México”, agregó Trump. “Tienen a 27.000 soldados en ello. Pero piensen en qué mal está eso —piénsenlo bien— que tenemos que usar a México porque los Demócratas no quieren arreglar nuestro defectuoso sistema migratorio”.
Casi 400.000 personas han visto el video de la declaración de Trump que subí a mi cuenta de Twitter. A algunos les pareció una humillación el trato de Trump hacia México. Un amigo no le dice a otro que lo está usando. Y menos en público. Pero el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no lo vio así. “No tengo ningún problema de conciencia”, dijo AMLO en su tradicional conferencia de prensa matutina . “No tenemos nada de qué avergonzarnos, se defiende la soberanía de México. Al mismo tiempo, no queremos confrontación”.
La no confrontación y la total ausencia de AMLO en eventos internacionales son dos factores que están marcando la política exterior de México y su relación con Estados Unidos. Más concretamente: Estados Unidos dicta lo que quiere hacer y México casi siempre acepta. Es, sin duda, una relación desigual y amenazadora para los mexicanos. Trump advirtió que impondría aranceles si México no cooperaba en la cuestión migratoria.
Quizás México no pagó por el muro de Trump, pero en la práctica se ha convertido en la policía migratoria de Trump. Y, lo que es peor, en el muro mismo.
La cancillería mexicana anunció triunfalmente que el número de inmigrantes centroamericanos que han cruzado su territorio bajó un 56 por ciento entre mayo y agosto. ¿Por qué México fuerza a un hondureño o a un salvadoreño a quedarse en Matamoros o en Ciudad Juárez con toda su familia cuando en realidad quiere irse a Estados Unidos? La respuesta es clara y triste: porque eso es exactamente lo que el gobierno de Estados Unidos le ha pedido hacer a López Obrador. México se está quedando con decenas de miles de los inmigrantes que Trump no quiere. México es la nueva válvula de escape de Estados Unidos.
El Presidente de México “ha aceptado básicamente todos los términos y condiciones” de Estados Unidos, me dijo en una entrevista Armando Santacruz, presidente de la asociación civil México Unido Contra la Delincuencia. “Sí, nosotros somos el muro. Y la Guardia Nacional está ahora usando muchos de sus recursos para mantener lejos a los inmigrantes”.
No sé de dónde sacó Trump la cifra de 27.000 soldados, pero posiblemente se refiera a los miembros de la Guardia Nacional de México dedicados a proteger la frontera con Guatemala y a evitar que personas crucen ilegalmente hacia Estados Unidos desde Centroamérica. Pero el origen y la misión de la Guardia Nacional nunca fue convertirse en los agentes migratorios de Estados Unidos en territorio mexicano. De hecho, la Guardia Nacional fue creada para reducir el crimen en México. Y hasta el momento, no ha dado resultados.
Pero México no sólo está usando a la Guardia Nacional para detener a centroamericanos que cruzan el país sino que ha aceptado que Estados Unidos devuelva a su territorio a solicitantes de asilo político que esperan una respuesta de las autoridades estadounidenses. México, de pronto, se volvió en la sala de espera de Estados Unidos.
El gobierno de Trump ha impuesto una presión enorme sobre la economía mexicana para conseguir lo que quiere. Y lo ha hecho en un momento en que los indicadores financieros presagian una recesión.
Pero esta es una cuestión de soberanía, dignidad y respeto a los derechos humanos. Especialmente cuando se trata de proteger a personas que huyen de las pandillas, de la violencia y de la extrema pobreza. México nunca debe olvidar que durante décadas fue un país exportador de inmigrantes. Y ahora debe tratar a los centroamericanos con el mismo cuidado y respeto con el que siempre quiso que los mexicanos fueran tratados en Estados Unidos.
Al final de cuentas, es cierto: Trump sí está usando a México. Y México, incomprensiblemente, se está dejando utilizar. Pero eso debe cambiar.
¿Qué puede hacer México? No ser el muro, no convertirse en la sala de espera y no actuar como la válvula de escape de Estados Unidos. México debe regresar a su digna e histórica tradición de proteger a los perseguidos y a los más vulnerables del planeta, desde los españoles que huyeron de la Guerra Civil hasta los centroamericanos que escapan del crimen, las pandillas y el hambre.
Señor López Obrador, es un error apostar por Trump. Eso lo saben, sobre todo, sus examigos. ¿De verdad quiere asociarse y apoyar las políticas de un presidente que sugirió, según un reportaje de The New York Times, que sus agentes dispararan a las piernas a los inmigrantes en la frontera? ¿Dónde está la indignación y la protesta de México? Trump está del lado equivocado de la historia. Y cuando Trump pierda el poder, sus cómplices y sus socios, dentro y fuera de Estados Unidos, serán juzgados con extrema dureza. Todavía estamos a tiempo de hacer lo correcto.

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