By Jorge Ramos
¿Por qué cuando hay un grupo de mujeres con un solo hombre decimos “todos” o “nosotros”? ¿Por qué usamos automáticamente el masculino genérico en lugar del femenino, incluso en los casos en que hay más mujeres? Aunque no le guste a la Real Academia de la Lengua Española, para tener un lenguaje más igualitario podríamos usar “todes” en lugar de “todos” o hasta lo podríamos aplicar en los gentilicios, como “argentines” y “colombianes”.
El principal obstáculo del lenguaje igualitario es el rechazo, casi automático, de personas que no están dispuestas a experimentar y a considerar alternativas que hagan de nuestro idioma más incluyente. No se trata de un debate frívolo o innecesario, al fondo yace un objetivo vital: cambiar el lenguaje puede ser un primer paso para cambiar la sociedad.
En América Latina, los gobiernos y mandatarios hacen malabares retóricos para ser inclusivos. Y así oímos frases como “mexicanas y mexicanos”. Pero se puede hacer más. Incluso para quienes no tienen la disposición de aceptar criterios como el del “todes”, hay maneras de utilizar un español más incluyente. Chile es uno de los países que ha tomado la iniciativa con su Guía de Lenguaje Inclusivo de Género, publicada en 2016 por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Estas son algunas de sus propuestas:
— Sustituir el artículo “uno” por “alguien” o “cualquiera”. Esto es, no decir: “Cuando uno viene”, sino: “Cuando alguien viene”.
— Usar un lenguaje que incluya a hombres y mujeres. No decir: “El director será nombrado”, y más bien: “La persona a cargo de la dirección será nombrada”.
— Evitar el uso de “las/los” para incluir a las mujeres. Se podrían usar palabras como “población” o “personas” en lugar de “niños y niñas”, por ejemplo.
Para aplicar estos preceptos se requiere de esfuerzo, dedicación y atención. El objetivo, como establece la guía chilena, “es que las personas gocen de igualdad de derechos, constituyendo como principio prioritario la ‘no discriminación’”. Se trata, sencillamente, de utilizar un lenguaje que no discrimine a mujeres y minorías.
“¿Es el español un lenguaje sexista y machista?”, le pregunté a la periodista y cuidadora de palabras Paulina Chavira. “Yo creo que ningún lenguaje, como tal, es machista”, me dijo. “Es más bien el uso que nosotros damos al lenguaje el que puede ser machista o sexista”. “Una de las peticiones más fuertes para empezar a usar un lenguaje igualitario es no tomar el masculino como el genérico. Nuestro idioma, como muchos otros, toma al masculino como el genérico”, añadió.
Paulina, quien trabajó como editora del sitio de The New York Times en Español hasta su reciente desaparición, propone usar los sustantivos femeninos cuando correspondan. Si la dirigente de un país es mujer, es mejor emplear “presidenta” en lugar de “presidente”. También “pilota”, “árbitra”, “fiscala”, “música” e “ingeniera”. Chavira reconoce que “nos puede sonar extraño, pero es una cuestión de costumbre”.
Otros idiomas ya empezaron a cambiar y a acostumbrarse a la inclusión. El diccionario en inglés Merriam-Webster acaba de aceptar el pronombre they para referirse a las personas que no se identifican necesariamente con ser hombre o mujer. En español podríamos llamarles “elle” (en singular) o “elles” (en plural) a quienes no se identifican con un género binario, es decir, masculino o femenina. La frase sería: Elles fueron a la playa.
¿Quienes hablamos en español nos podremos acostumbrar algún día a decir “elle” en lugar de “ella” o “él”? ¿Qué tal decir “elles” en vez de “ellos” o “ellas”? Esta es una de las propuestas más claras que ha enfrentado más rechazo. No es el único cambio controversial, pero algunas transformaciones empiezan a ser más comunes, como el uso del signo de la arroba (@) para incluir los dos géneros, por ejemplo: “guatemaltec@s”. El problema con la arroba es que no se puede pronunciar. Pero hay alternativas: la equis sí suena y se puede usar en palabras como “Latinx”, como solemos referirnos a la diversa comunidad latinx en Estados Unidos.
Paulina Chavira —quien peleó y ganó una campaña digital para que en la selección nacional de futbol de México acentuara las mayúsculas en sus uniformes— cree que lo importante “es apropiarnos de nuestra lengua para que podamos tener un lenguaje verdaderamente igualitario”. Y, como buena maestra, terminó con un ejemplo: “Si usamos la frase ‘los astronautas’, muy probablemente no veamos incluidas a las trece mujeres que fueron fundamentales para desarrollar el programa” que puso a los seres humanos en la Luna.
Cambiar la manera en la que usamos el español puede parecer inútil, pero no lo es: se trata de visibilizar a través del lenguaje a los grupos diversos que forman parte de la sociedad.
Palabra por palabra, todes podemos empujar por un mundo más igualitario.
Posdata. Aquí pueden ver mi entrevista con @apchavira: https://bit.ly/2kEvosp.
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