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Editorial: Healthy take on eating

Food, along with water, shelter and clothing constitute the basic necessities of life. Food provides the carbohydrates, fats, minerals, proteins, vitamins and water essential for the “growth, repair and maintenance of body tissues” and regulation of “vital processes.”
Just as important as food itself is maintaining a balanced healthy relationship with food. Simply, we eat to live, not live to eat.
Eating to live involves treating food like it’s fuel for the body, says chief of cardiology, Anthony Hilliard at Loma Linda University International Heart Institute. Choose food that makes the body run optimally well.
Eating to live doesn’t mean abandoning the pleasure derived from eating delectable food.
It’s only when “a disproportionate amount of pleasure is vested chiefly or exclusively in the eating experience.”
This behavior could be a sign of an eating disorder. Eating disorders are “serious illnesses marked by severe disturbances in a person’s eating behaviors,” according to the National Institute of Mental Health.
Eating disorders don’t discriminate. They can affect people of all ages, body shapes, ethnicities, genders, races, religions, sexual orientations and weight. According to the National Eating Disorders Association, nine percent of the U.S. population will have an eating disorder in their lifetime. Eating disorders have the second highest mortality rate of any psychiatric illness after opiate addiction. Every 52 minutes, a person in the U.S. dies as a direct consequence of an eating disorder.
Hispanic, Black and Asian Americans are more likely than their white counterparts to “engage in disordered eating behaviors,” a 2019 study found.
The staggering obesity rates in the U.S., which have doubled since 1990, suggest a disturbing shortage of healthy relationships with food. Some 74% of adults in the U.S. and 16.1% of kids ages 2 to 19 are overweight, according to the U.S. Centers for Disease Control and Prevention.
Mealtimes provide a companionable experience for tablemates as well as learning experiences in dining etiquette and socializing for kids. These and so many other factors stress the urgency of maintaining a healthy relationship with eating and food.


Una alimentación saludable

La comida, junto con el agua, un lugar para vivir y la ropa, constituyen las necesidades básicas de la vida. La comida nos da los carbohidratos, las grasas, los minerales, las proteínas, las vitaminas y el agua esenciales para el “crecimiento, la reparación y el mantenimiento de los tejidos corporales” y la regulación de los “procesos vitales”.
Tan importante como la comida en sí es mantener una relación sana y equilibrada con la comida. Sencillamente, comemos para vivir, no vivimos para comer.
Comer para vivir implica tratar la comida como si fuera el combustible del cuerpo, dice el jefe de cardiología, Anthony Hilliard, del Instituto Internacional del Corazón de la Universidad de Loma Linda. Elija alimentos que hagan que el cuerpo funcione de manera óptima.
Comer para vivir no significa abandonar el placer que se deriva de comer alimentos deliciosos.
Solo lo hace cuando “una cantidad desproporcionada de placer se atribuye principal o exclusivamente a la experiencia de comer”.
Este comportamiento podría ser un signo de un trastorno alimentario. Los trastornos alimentarios son “enfermedades graves caracterizadas por alteraciones graves en los comportamientos alimentarios de una persona”, según el Instituto Nacional de Salud Mental.
Los trastornos alimentarios no discriminan. Pueden afectar a personas de todas las edades, formas corporales, etnias, géneros, razas, religiones, orientaciones sexuales y peso. Según la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios, el nueve por ciento de la población de EE.UU. tendrá un trastorno alimentario en su vida. Los trastornos alimentarios tienen la segunda tasa de mortalidad más alta de todas las enfermedades psiquiátricas después de la adicción a los opiáceos. Cada 52 minutos, una persona en Estados Unidos muere como consecuencia directa de un trastorno alimentario.
Los estadounidenses hispanos, negros y asiáticos tienen más probabilidades que sus contrapartes caucásicas de “involucrarse en conductas alimentarias desordenadas”, según un estudio de 2019.
Las asombrosas tasas de obesidad en Estados Unidos, que se han duplicado desde 1990, sugieren una escasez preocupante de relaciones saludables con la comida. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, alrededor del 74% de los adultos y el 16,1% de los niños de entre 2 y 19 años tienen sobrepeso.
Los momentos de la comida brindan una experiencia de compañerismo para los compañeros de mesa, así como experiencias de aprendizaje sobre etiqueta en la mesa y socialización para los niños. Estos y muchos otros factores enfatizan la urgencia de mantener una relación saludable con la comida y la alimentación.

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