Al joven John le pagaban por leer. Su padre compraba un libro y se lo entregaba. Después de leerlo, lo recompensaba con la misma cantidad de dinero invertido, por supuesto, tras un ejercicio de comprobación.
Una vez, John le dijo al padre: “A los demás muchachos del pueblo les pagan por ayudar en la casa, ¿por qué tú no lo haces igual?”. El padre respondió: “Yo no te voy a pagar por eso. Puedes ayudar con las tareas, porque eres parte de la familia. Te voy a pagar por leer libros, porque quiero que pienses de forma correcta”.
“Pensar de forma correcta” significaba que su hijo “pensara en grande”, típico en las personas exitosas. El padre estaba seguro de que la buena lectura ayudaría a su hijo. Ya conocía la obra “La magia de pensar en grande”, de David J. Schwartz, y nunca olvidaba una frase clave: “En términos de éxito, no se mide a las personas en pulgadas, libras, grados académicos u origen familiar; se les mide de acuerdo a la talla de su pensamiento”.
Aquel joven John es considerado hoy día el principal experto en liderazgo del mundo. Asesora a importantes personalidades, empresarios exitosos y hasta a presidentes. Es autor de más de ochenta libros e imparte conferencias en todos los rincones del planeta. John C. Maxwell comienza a forjar su pensamiento de grandeza desde adolescente, gracias a su padre.
Otros no tienen esa suerte. A veces los sorprende el éxito y la fama con un pensamiento inferior, incapaz de soportar el peso de ambas cosas. Los más débiles se rinden; otros, aunque tocan fondo, se percatan del por qué han sido arrastrados hasta lo más profundo y oscuro de la espiritualidad humana, y se deciden a luchar y cambiar.
La lucha por transformar pensamientos negativos en positivos, durante la vida, es muy difícil, pero no imposible. Recientemente entrevisté a Nicky Jam, un joven músico urbano, que después de saborear el éxito cayó estrepitosamente. Lo dominaron las drogas y el alcohol, la fama lo consumió y por varios años acabó su carrera.
Sin embargo, con la ayuda de Dios, como él reconoce, tomó conciencia de su situación y decidió transformar su forma de pensar negativa, y recuperar lo perdido. Con optimismo, disciplina y mucho esfuerzo, logró otra vez lo que para muchos parecía imposible.
Nunca es tarde para transformar pensamientos y convertirnos en mejores seres humanos. Y la prueba está en personas como Nicky Jam y John Maxwell, dos casos distintos, pero unidos por el esfuerzo.
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