FILADELFIA — Me van a disculpar, pero me he pasado las últimas dos semanas escuchando un montón de discursos en las convenciones de los partidos Demócrata y Republicano, y estoy saturado de promesas, ataques y malas bromas. (El infierno debe ser el escuchar discursos políticos por una eternidad.)
Pero más allá de las palabrerías, me quedo con la sensación de que el experimento llamado Estados Unidos está viviendo un momento crucial de su historia moderna. O sea, está al borde del abismo.
El abismo, por supuesto, se llama Donald Trump. Este hombre — que ha insultado a mexicanos, musulmanes y mujeres; que pidió “sarcásticamente” a los rusos hackear el correo electrónico de Hillary Clinton; y que rehúsa dar a conocer sus declaraciones de impuestos — puede ganar la elección del 8 de noviembre.
No es un cuento ni un mal sueño. Vean las encuestas.
Trump es un caudillo, y, sin embargo, los que nacimos en Latinoamérica sabemos lo peligrosos que son los caudillos. Basta mencionar que apoya métodos de tortura (como el llamado “submarino” en que casi te ahogan). Esta elección está definida por Trump. Será un sí o no por él.
Es difícil entender cómo Estados Unidos ha llegado a este punto después de 240 años de democracia. Una mañana, para airearme, fui al centro histórico de Filadelfia a ver una impresión de la Declaración de Independencia hecha en 1776. Es un documento extraordinario. Y la frase “Todos los hombres son creados iguales” es poderosísima. Resume la lucha, aún incompleta, de este país por la igualdad.
El objetivo de los llamados Padres Fundadores fue, en palabras de John Adams, crear la nación “más sabia y más feliz” posible. Pero Adams sabía, también, que el miedo es otra manera de gobernar a los seres humanos. “El miedo es el fundamento de la mayoría de los gobiernos.” escribió Adams, pero es una pasión “tan estúpida y miserable que los estadounidenses seguramente no van a apoyar ninguna institución basada en el miedo.”
Esas palabras resuenan hoy con fuerza. Trump les ha metido miedo a los estadounidenses para que voten por él. Nos ha querido convertir a los inmigrantes en enemigos y a los musulmanes en una amenaza para el país. Esto ha puesto muy nerviosas a Astrid Silva y a Karla Ortiz. Ambas hablaron ante la convención del partido Demócrata, y fue aquí en Filadelfia donde las conocí.
Karla tiene 11 años de edad y nació en Las Vegas de padres indocumentados provenientes de Guatemala. Su temor es que un día, tras regresar de la escuela, no encuentre a sus papás en casa porque los deportaron. Karla, a pesar del miedo, quiere ser la primera presidenta latina de Estados Unidos. Y no dudo de la maravillosa determinación de Karla.
La historia de Astrid, de 26 años, es un poco distinta. Su madre la trajo a los 4 años de edad a Estados Unidos desde Durango, México, para que ambas se pudieran reunir con su padre. Cruzaron por el Río Grande, y Astrid aún recuerda el pánico de ensuciarse los zapatos, por el temor de que delataran el camino lleno de lodo que habían tomado para entrar al país.
Astrid, por ahora, está protegida por el programa conocido como DACA, pero sus padres pueden ser deportados en cualquier momento. Si Trump gana, Astrid podría perder todos sus beneficios migratorios y ser expulsada a un país que no conoce.
No sé cómo llegamos hasta aquí. Pero la verdad es que los estadounidenses están en un momento delicadísimo. La única manera de tener éxito es si logran integrar al país a todas las minorías que para el año 2044, según el censo, serán más que los blancos anglosajones. Trump, sin embargo, está incitando a la división, al odio y al miedo.
Fue aquí en Filadelfia donde hace casi dos siglos y medio un pequeño grupo de políticos y escritores planearon el futuro del país. Todo quedó plasmado en una frágil hoja de papel. Pensaron en todas las posibles amenazas que pudiera enfrentar la nueva nación. Pero jamás pudieron imaginarse a un billonario megalómano usando las redes sociales con siniestra destreza.
Ese permanente experimento de democracia, libertad e igualdad que es Estados Unidos tiene, con Trump, uno de los retos más graves. Pronto sabremos — el 8 de noviembre — si la mentira y el miedo pudieron más.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de noticias de Univisión Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es “A Country for All: An Immigrant Manifesto”.)
(¿Tiene algún comentario o pregunta para Jorge Ramos? Envié un correo electrónico a Jorge.Ramos@nytimes.com. Por favor incluya su nombre, ciudad y país.)
A Threat to the American Experiment
PHILADELPHIA — You’ll have to forgive me, but I’ve spent the last two weeks listening to too many speeches at the Republican and Democratic national conventions. My head is saturated with political promises, endless attacks and bad jokes. (Hell must be a place where you are forced to spend eternity listening to stump speeches.)
Beyond all the verbiage, what I took away from the conventions is a sense that this election represents a critical moment for the American experiment. That is, our nation’s ideals are at the brink of an abyss — and Donald Trump, the Republican candidate, is pushing us toward it. This man who would be president has insulted Mexicans, Muslims and women; “sarcastically” suggested that the Russians should hack Hillary Clinton’s email account; declared support for torture in the form of waterboarding; and refused to release his tax returns for public scrutiny.
This isn’t a bad dream. Just look at the polls: Trump could win on Nov. 8.
Latin America has a word for the sort of leader that Trump would be: “caudillo,” or strongman. This election will be defined by Trump. Voting will come down to saying “yes” or “no” to him.
It’s hard to understand how after 240 years the United States has come to this pass. One morning at the Democratic convention, I went out to stretch my legs. Near Independence Hall in Philadelphia’s historic district, I saw one of the first copies of the Declaration of Independence, signed in 1776. It’s an extraordinary document, with a profound promise: “All men are created equal.”
The Founding Fathers intended to create the “wisest and happiest” nation possible, as John Adams put it. However, Adams also knew that leaders could use fear as a tool to rule. “Fear is the foundation of most governments,” Adams wrote in “Thoughts on Government,” “but it is so sordid and brutal a passion, and renders men in whose breasts it predominates so stupid and miserable, that Americans will not be likely to approve of any political institution which is founded on it.”
Those words resonate deeply today. Trump has stoked fear so that people will vote for him. According to him, immigrants are the enemy, and Muslims are a threat. That kind of scare talk makes Astrid Silva and Karla Ortiz very anxious. They both spoke at the Democratic convention, where I met them.
Karla, 11, was born in Las Vegas to undocumented parents from Guatemala. Her biggest fear is that she will come home from school one day to find that her parents have been deported. When Karla grows up, she wants to be the first Latina president of the United States, and I don’t doubt her determination to make that dream a reality.
Astrid, 26, has a different story. When she was 4, her mother brought her to the U.S. from Durango, Mexico, to join her father. They crossed the Rio Grande, and Astrid remembers how she panicked for fear that her muddy shoes might leave a trail of footprints that would lead the authorities to her and her family.
For now, Astrid is protected under the Deferred Action for Childhood Arrivals program, known commonly as DACA. But her parents can be deported at any minute. If Trump wins, Astrid may lose this protection as well as any other benefits she has accrued after decades in the U.S. and be deported to a country she doesn’t know.
I don’t know how we got to this point. But this is a pivotal time for America. The only way for the country to move forward is to integrate minority groups as swiftly as it can. According to Census Bureau data, minorities will outnumber white Anglo-Saxon Americans by 2044. Yet Trump sows division, hatred and fear.
Here in Philadelphia the founders gathered to shape a vision for a new country. Their ideas were captured on a frail piece of paper. In part, their deliberations were about how to prevent tyranny. Now we have a megalomaniac billionaire with sinister skills in social media — a kind of communication that the nation’s founders could never have envisioned.
Make no mistake: The ongoing experiment in democracy, liberty and equality that we know as the United States of America is facing a serious threat in Trump. We will see on Nov. 8 whether or not lies and fearmongering have gotten the better of us.
(Jorge Ramos, an Emmy Award-winning journalist, is a news anchor on Univision and the host of “America With Jorge Ramos” on Fusion. Originally from Mexico and now based in Florida, Ramos is the author of several best-selling books. His latest is “Take a Stand: Lessons From Rebels.” Email him at jorge.ramos@nytimes.com.)