Divulgando la cultura en dos idiómas.

Jorge Ramos : Conan en México

CIUDAD DE MÉXICO — El comediante estadounidense, Conan O’Brien, se burla de las celebridades que tratan de salvar al mundo. “No me gustan”, me dijo en una entrevista, “Lo veo muy sospechoso”.
Pero irónicamente, en esta época de Donald Trump, Conan se ha convertido en el mejor embajador de Estados Unidos en México.
Los mexicanos tienen un pésima imagen de Trump. El 86% de los mexicanos tienen una opinión “desfavorable” del Presidente estadounidense, de acuerdo con una encuesta realizada en enero por el diario Reforma. Y se nota.
En México hay piñatas con la forma de Trump (listas para ser golpeadas) y “memes” con pelo de elote en las redes sociales. Las pláticas de los mexicanos están salpicadas con ingeniosos juegos de palabras que incluyen “trompadas”, “trompetazos” y “trompudos”.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo que la relación entre Estados Unidos y México es “fenomenal”. Eso es falso. Además del rechazo generalizado de los mexicanos a Trump en las encuestas, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se opone al muro en la frontera (y a pagar por él), a la deportación masiva de mexicanos y a la terminación del Tratado de Libre Comercio.
No hay nada fenomenal en esto. Es el peor momento de la relación entre ambos países desde la invasión estadounidense a Veracruz en 1914. También reaviva los resentimientos creados por la guerra de 1846-1848 en que México perdió la mitad de su territorio. ¿Y qué debe hacer un buen comediante ante un evento de esta magnitud? Tirarse un clavado en el tema. No evitarlo.
Por eso Conan se fue a México a grabar un programa especial para la cadena TBS. Antes ya había viajado a Cuba — cuando se abrieron las relaciones diplomáticas con Estados Unidos — y también estuvo en Corea del Sur, Qatar y Armenia. Me lo encontré frente al Ángel de la Independencia, comimos papitas con salsa Valentina y luego nos echamos unos tacos al pastor con un par de chelas. Conan insistió en ponerle la salsa más picosa (de chile habanero) a los tacos … y yo lo dejé.
Pero, más que de tacos, había que hablar de Trump. “Lo más triste que he encontrado aquí”, me dijo con los ojos llorosos, la boca encendida por la salsa picante y un tupido copete pelirrojo, “es que los mexicanos creen que las palabras de Trump reflejan el sentimiento de los estadounidenses hacia México, y eso no es cierto”.
Trump dijo el 16 de junio del 2015, cuando lanzó su campaña presidencial, que los inmigrantes mexicanos eran criminales, narcotraficantes y violadores. Pero Trump no habla por todos los 323 millones de estadounidenses.
“Este concepto de que los estadounidenses tienen una opinión negativa de los mexicanos, no es cierto”, me aclaró Conan. “Yo vivo en Los Angeles y los mexicanos son parte de nuestra vida. Trabajan increíblemente duro, son chistosos, son magníficos y aportan muchísimo a nuestra cultura. Ellos son la cultura de California”.
Dejé a Conan en la ciudad de México y me fui a la hermosísima población de San Miguel de Allende para participar en un evento de la organización PEN, dedicada a la defensa de la libertad de expresión.
Durante el invierno, San Miguel está repleto de expatriados estadounidenses y canadienses, y el “espanglish” se cuela por todos los rincones de la bien llamada Plaza de la Conspiración, en el centro del pueblo. Y el evento — sobre periodismo en la era de Trump — demostró una extraordinaria solidaridad e integración entre los asistentes mexicanos y estadounidenses. Trump separa, pero la gente une.
Mi conclusión, después de entrevistar a Conan y de pasar tres maravillosos días en San Miguel de Allende, es que Trump, afortunadamente, no refleja a todo Estados Unidos. Sus ofensas, sus amenazas y sus maniobras del “bully” pueden tener graves consecuencias en la relación bilateral, sobre todo separando familias. Nos esperan cuatro años muy difíciles. Pero por cada grosería presidencial hay varios gestos de resistencia.
Dudo que Trump se vaya a reír con el programa de TV de Conan desde México. Lo más preocupante de la personalidad de Trump es su incapacidad para reírse. Nunca le he escuchado una carcajada. Por eso, en esta época de sombras y peleas, siempre es bienvenido un chiste de Conan.
Para los mexicanos, él es el anti-Trump.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de noticias de Univisión Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es “A Country for All: An Immigrant Manifesto”.)
(¿Tiene algún comentario o pregunta para Jorge Ramos? Envíe un correo electrónico a Jorge.Ramos@nytimes.com. Por favor incluya su nombre, ciudad y país.)


Conan Comes to Mexico

MEXICO CITY — American comedian Conan O’Brien often pokes fun at celebrities who think they can change the world. “I really don’t like that … I’m very suspicious of that,” he told me in a recent interview here.
But the Age of Trump has forced even Conan to get involved in politics. Recently he acted as a sort of American ambassador to Mexico — and America needs one.
Eighty-six percent of Mexicans have an “unfavorable” opinion of President Donald Trump, according to a poll conducted in January by the Mexican newspaper Reforma. In Mexico City, it’s easy to find Trump-shaped piñatas. Social media memes about corn silk lampoon his hair. Meanwhile, conversations among Mexicans are peppered with puns playing with the similarity of the name Trump to the Spanish words “trompa” (snout), “trompada” (punch) and “trompudo” (thick-lipped).
Sean Spicer, the White House press secretary, recently described the relationship between Mexico and the United States as “phenomenal.” But that’s almost as laughable as one of Conan’s jokes.
Mexico’s president, Enrique Peña Nieto, opposes the construction of a border wall along the southern U.S. border (and to Mexico’s paying for it), the mass deportation of Mexicans and the termination of the North American Free Trade Agreement. There’s nothing “phenomenal” about any of that. The two countries are facing their worst moment since the American invasion of Veracruz in 1914. The impasse also rekindles the resentments that linger from the Mexican-American War, in which Mexico lost half of its territory.
So what does a good comedian do during troubled times like these? Dive right in — which is why Conan visited Mexico to tape a one-hour special for TBS, “Conan Without Borders: Made in Mexico,” featuring Mexico’s former president, Vicente Fox, and “Star Wars: Rogue One” star Diego Luna as guests.
I met Conan in Mexico City at the Angel of Independence monument. From nearby vendors we bought chips with hot sauce and tacos and beer. Conan insisted on trying the spiciest hot sauce on his tacos — and I let him.
With tearful eyes, and his lips on fire from the hot sauce, Conan zeroed in on Trump’s impact. “It’s the saddest thing that I’ve encountered here. Mexicans think that the words that they hear from the president are how Americans feel. It’s not true.”
When Trump announced his presidential bid on June 16, 2015, he likened Mexican immigrants to criminals, drug dealers and rapists. “They are not our friend, believe me,” Trump also said during that speech.
But, as Conan pointed out, Trump doesn’t speak for more than 300 million Americans.
“This concept that Americans have a negative view of Mexicans is not true. It’s just not true,” Conan said. “I live in Los Angeles, and Mexicans are a regular part of our lives. They’re incredibly hardworking, they’re funny, they’re terrific. They’ve brought so much to the culture. They are the culture of California.”
After the interview with Conan, I traveled to the beautiful town of San Miguel de Allende to take part in the 2017 PEN Lecture Series, devoted to defending freedom of speech. During the winter, San Miguel is full of American and Canadian expats. “Spanglish” can be heard in every corner of the appropriately-named Conspiracy Square, which is in the center of town.
The American and Mexican participants at the PEN event discussed journalism in the Age of Trump and showed extraordinary solidarity. Trump tries to divide us, but people are uniting against him. That sense of unity was what I took away from my talk with Conan and my visit to San Miguel de Allende.
Still, four difficult years are ahead of us. Trump’s offensive behavior, threats and bullying might have even more serious consequences for bilateral relations — especially as he tears apart families with his program of deportations. But for each crude remark from the president, there are many acts of resistance.
I doubt that Trump would laugh at Conan’s show from Mexico, if he bothered to watch it. Trump doesn’t seem to be able to find humor in anything, which is one of his most worrisome traits. In fact, I’ve never heard him laugh. That makes a joke from Conan even more welcome and necessary. To Mexicans, he is the Anti-Trump.
(Jorge Ramos, an Emmy Award-winning journalist, is a news anchor on Univision and the host of “America With Jorge Ramos” on Fusion. Originally from Mexico and now based in Florida, Ramos is the author of several best-selling books. His latest is “Take a Stand: Lessons From Rebels.” Email him at jorge.ramos@nytimes.com.)

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