Con el padre Andrés
Muy a menudo, queridos lectores, esta frase se hace popular en medio de nosotros, aún cuando Dios nos ha creado con la capacidad intelectual de pensar y poder discernir las situaciones que a diario se presentan. Pero parece que el pensar se hace después de actuar.
En nuestra sociedad muy a menudo, los jóvenes quienes por mucho Google y tecnología como ha dicho el papa Francisco en el sínodo de los jóvenes que se lleva a cabo en el Vaticano en estos días, han perdido el sentido de pensar y sacar conclusiones para la vida como lo dice el Libro de la Sabiduría: “Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios”. Si nos damos cuenta Dios nos ha dado la Sabiduría para que con ella podamos ver con claridad, conocer y luego poder hablar y/o actuar. Así que en este tema viene a colación la prudencia, que es la virtud del pensar para actuar.
Santo Tomas de Aquino veía la prudencia como la virtud o el regalo de Dios para mediar o encontrar el término medio. Esto quiere decir que debemos primero reflexionar sobre aquello que pesa en nuestro corazón, sobre el problema en el que se está imbuido, para que así con esa reflexión se pueda dar luz al camino, que a veces se torna tedioso, dificultoso, cansado, sólo porque decidimos seguir actuando en vez de pensar, el joven que está a si mismo, a los demás incluido su familia y a la relación con Dios, sigue en el mismo camino. Si está bien dicho desde la palabra de Dios que la sabiduría y la prudencia se adquieren también cuando hay un consejo de alguien que quiere el bien para nosotros y que debemos escucharlo. El necio rechaza la disciplina de su padre, mas el que acepta la reprensión es prudente. Proverbios 15:5, con esto cabe decir que no es sólo para los jóvenes la virtud de la prudencia sino para todos, puesto que el pensar para actuar, es lo que se nos pide para no caer en la tentación, en los vicios, que nos dividen el corazón, y no nos dejan reflexionar, pensar y luego actuar. Para Jesús en los Evangelios siempre muestra que es más importante el corazón que el cerebro o el pensamiento, por ejemplo en Mateo 9:4 “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?”. Por eso hermanos y hermanas muy queridos, pongamos en el corazón todas las acciones y reflexionemos antes de actuar y cometer los errores de los que nos podemos arrepentir todo el resto de la vida, por eso es mejor Pensar y luego actuar.
Padre Andrés Moreno