Divulgando la cultura en dos idiómas.

The Real Enemy

By Jorge Ramos

The real enemies of the United States aren’t headed here in a caravan filled with children. They don’t come from Honduras, Guatemala or El Salvador. And they don’t want to invade the most powerful country in the world, either.
No, the real enemies of the United States were born here. They are American citizens, full of hatred and racial prejudice, and their weapons are fully loaded. They’re killing us in churches, synagogues, malls, newsrooms, schools, movie theaters, anywhere they can easily fire their weapons.
Who is really destroying America: the teenager fleeing gang violence in Honduras, or the man who killed 11 people in a Pittsburgh synagogue? Who is really the terrorist: the single mother who left Guatemala with her three children, or the man who is charged with mailing 15 bombs to President Donald Trump’s critics? Who are really the killers: the refugees seeking political asylum in the United States, or Adam Lanza, who killed 20 children at Sandy Hook Elementary School in Connecticut, or Nikolas Cruz, who gunned down 17 students and teachers in Parkland, Florida?
Nobody is plotting to invade the United States. This invasion exists only in Trump’s head. But through his speeches and his tweets, he wants to convince Americans that the Central American caravans heading toward our southern border are a threat to our national sovereignty. According to Trump, this is nothing less than a national emergency.
False.
I spent two days recently with a caravan of Central American migrants in Southern Mexico. I saw many families trying to escape violence and extreme poverty. I did not see criminals or terrorists. This is why I’m overwhelmed by Trump’s desire to portray these peaceful trekkers as invaders.
Yes, some gang members could have sneaked into any of the three caravans that have been organized recently by migrants. Like everybody else, I’ve seen the videos of a group of migrants throwing stones at agents guarding the Mexico-Guatemala border. I also saw a crowd break through a fence to enter Mexican territory. But these incidents – which are reprehensible and disturbing – do not at all reflect the spirit and good behavior I personally witnessed among the migrants traveling with the caravan.
In fact, I have been told these refugees plan to surrender to American authorities once they reach the border, so that they can request political asylum. They are not planning to enter the country illegally and stay in it by force. Their plans are completely legitimate.
This is why Trump’s decision to send 5,200 troops to the southern border strikes me as an exaggerated effort at scaremongering. If we add these soldiers to the 2,000 National Guard troops already deployed in the area, there will be more American members of the military at the border with Mexico than there are soldiers fighting in Iraq and Syria. And the last thing a Central American refugee wants after walking over 1,000 miles is a fight with the most powerful military in history.
No, this is not an invasion.
It’s true that arrests of families and children traveling alone at the southern border have increased this year. But the number of total arrests at the border reached just 396,000 this fiscal year, according to Border Patrol records, lower than the 408,870 arrests during the last year of President Obama’s administration, and much lower than the 1,643,679 arrests in 2000. Again: The country is not being invaded.
What’s really happening is that Trump wants to spread the idea of an invasion so he can keep promoting his anti-immigrant agenda. His most recent policy suggestion is removing birthright citizenship for the children of undocumented immigrants. This would be unconstitutional, and the president could not impose such a policy through an executive order, yet he successfully divides the country even further, siding with Americans who are anxious about demographic change.
But the truth is that migrants are not the enemy. The real enemy of the United States is already here. He was born here. He doesn’t accept the fact that he lives in a multiethnic, multicultural nation. He hates outsiders. He hates people who are different from him. He is armed to the teeth. He is willing to use violence.
He is the one we must fear. And he is not traveling with this caravan.

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El Verdadero Enemigo 

Los verdaderos enemigos de Estados Unidos no vienen en una caravana con niños. Ni salieron de Honduras, Guatemala o El Salvador. Tampoco tienen la intención de invadir el país más poderoso del planeta.
No. Los verdaderos enemigos de Estados Unidos nacieron aquí, son ciudadanos estadounidenses, están cargados de odio y de prejuicios raciales, tienen sus armas llenas de municiones, y nos están matando en iglesias, sinagogas, centros comerciales, salas de redacción, escuelas, cines y en cualquier lugar donde sea fácil disparar.
¿Quién realmente está destruyendo a Estados Unidos: el adolescente que huye de las pandillas en Honduras o el asesino de 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh? ¿Quién es el terrorista: la madre soltera que salió con sus tres hijos de Guatemala o el hombre acusado de enviar 15 paquetes bomba a los principales críticos del presidente Donald Trump? ¿Quiénes son los asesinos: los refugiados que tocan a las puertas de Estados Unidos solicitando asilo político o Adam Lanza, que mató a 20 niños en la escuela Sandy Hook en Connecticut, y Nikolas Cruz, que ocasionó la muerte a 17 estudiantes y maestros en Parkland, Florida?
Nadie está preparando una invasión a Estados Unidos. Nadie. Eso sólo está en la cabeza de Trump. Pero en discursos y en tuits le quiere hacer creer a los estadounidenses que las caravanas de centroamericanos que se acercan a su frontera sur son una amenaza a su soberanía y han creado una “emergencia nacional”.
Falso.
Yo estuve dos días con la primera caravana de centroamericanos mientras cruzaba el sur de México y vi a muchas familias huyendo de la violencia y de la extrema pobreza, no a criminales y terroristas. Por eso me llama tanto la atención cómo esos pacíficos caminantes se han convertido en peligrosos invasores en la boca de Trump.
Sin duda, puede haber pandilleros colados en las tres caravanas que se han organizado últimamente. Vi, al igual que todos, los videos de cómo un grupo de migrantes tiraba piedras a los agentes que resguardaban la frontera de México con Guatemala. Y también vi cómo una multitud rompió una cerca y se coló a territorio mexicano. Pero esos incidentes — reprobables y preocupantes — no reflejan de ninguna manera el espíritu y buen comportamiento que presencie en el resto de la caravana.
De hecho, el plan de los refugiados, según me contaron, es entregarse a las autoridades de Estados Unidos una vez que lleguen a la frontera y solicitar asilo político; no entrar ilegalmente y quedarse a la fuerza. Todo esto es perfectamente legítimo.
Por eso salta, por exagerada y alarmista, la decisión de Trump de enviar a 5.200 soldados a su frontera sur. Si sumamos estos soldados a los 2.000 miembros de la Guardia Nacional que ya están en el área, habrá una mayor fuerza militar de Estados Unidos en la frontera con México que peleando en Irak y Siria. Y lo menos que quiere un refugiado centroamericano luego de caminar más de mil millas es pelearse con el ejército más poderoso de la historia.
No es una invasión.
Es cierto que en el año fiscal 2018 han aumentado los arrestos en la frontera sur de familias y de niños que viajan solos. Pero el número total de indocumentados aprehendidos en la frontera apenas llegó este año fiscal a los 396 mil, según cifras de la Patrulla Fronteriza. Esto es menos que en el último año del gobierno de Barack Obama — 408.870 arrestados — y mucho menos que los 1.643.679 detenidos en el año 2000. No, Estados Unidos no está siendo invadido.
Lo que está pasando es que Trump quiere crear la idea de que el país está siendo invadido para seguir promoviendo sus políticas antiinmigrantes. Su última idea es quitarles la ciudadanía estadounidense a los niños nacidos en Estados Unidos de padres indocumentados. La idea es inconstitucional. Él no la puede imponer con una orden ejecutiva. Pero divide aún más al país y pone de su lado a los que están nerviosos con tantos cambios demográficos.
El verdadero enemigo de Estados Unidos ya está dentro. Nació aquí. No acepta que vive en una nación multiétnica y multicultural. Odia a los de afuera y a los que son distintos. Está armado hasta los dientes. Y está dispuesto a usar la violencia.
A ese sí hay que tenerle miedo. No a la caravana.

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