Después que me gradué de la escuela superior, mi noviecito se marchó a estudiar a otra ciudad. Yo tenía fe en mi noviazgo, pero todo el mundo me recordaba el refrán: “amor de lejos, felices los cuatro”. Lamentablemente, tenían razón, la relación no sobrevivió.
¿Puede el amor florecer de lejos? Es difícil pero no imposible. Para que un vínculo amoroso sobreviva la distancia tiene que tratarse de una separación temporal, donde eventualmente habrá una fecha para una reunión permanente. En caso que encuentres el amor en otro código de área, aquí te doy varias orejitas para que tu relación a lo lejos no se enfríe:
Contacto físico: Es esencial verse a menudo. Súbete a un avión, carro, tren o ¡bicicleta! Evita que pase más de un mes sin compartir. Si pasa mucho tiempo entre los encuentros, la pasión se apaga y el sentimiento amoroso se diluye.
Comunicación diaria: Separa un momento todos los días para dedicar toda tu atención a una llamada telefónica con tu pareja. Este ritual se convierte en parte de la vida de ambos.
Ponle pimienta: Las necesidades afectivas y sexuales insatisfechas hacen más vulnerable a una persona al engaño. Por eso, usa tu imaginación, el teléfono y la tecnología como instrumentos para propiciar intimidad en la lejanía.
Bombos y platillos: Haz que cada reunión sea especial ya sea con una cena romántica, asistir a un partido de su equipo favorito o un concierto. En cada encuentro tráele un pequeño detalle que demuestre a tu pareja que has añorado su presencia, como una postal, una flor o un peluche.
¿Quién se muda?: Tarde o temprano llegará el momento de decidir quién se va a mudar. Cuando se toma esta decisión tiene que haber un compromiso formal, ya que uno de los dos tendrá que renunciar a su empleo y lugar de residencia.
No asumas que la distancia propiciará infidelidad, cuando hay una atracción y conexión verdadera, ¡todo es posible! La distancia también trae aspectos positivos, se añora con mayor intensidad al ser querido y los encuentros son más ardientes. Como dice esta frase: “La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las llamas”.