By Tere Siqueira
When Kansas City area parents want to seek professional help for their teens suffering from depression, Carolina Uribe and Ada Jarrar are among the professionals they consult.
Uribe and Jarrar are bilingual clinical therapists at the Samuel U. Rodgers Health Center in Kansas City, Missouri. Uribe has 30-plus years’ experience as a licensed clinical social worker and a master’s degree in social work. Jarrar is a licensed clinical social worker with 10-plus years’ experience working with people of all backgrounds.
Jarrar provides services for children, adolescents, and adults. Primarily, Uribe has specialized in working with families and parents. Most of their patients are part of the Hispanic and Latinx community, including children and adolescents born in the United States or brought to America at a young age.
Based on their experiences treating young people and families with depression and behavioral changes, the two have noticed that “many of the adolescents suffer from a process of assimilation within their parents’ and the dominate culture, they struggle with and/or between these two cultures which cause a lot of misunderstandings and possible tension in families, especially because of the way their parents were raised and what they want for their children,” Uribe and Jarrar said.
Minorities tend to suffer a higher risk of developing mental health issues because of multiple factors, including cultural stigmas, language barriers among families and a general lack of awareness regarding mental health, the two explained. Those issues also can make families hesitant to seek treatment.
Minority parents also might be reluctant to seek treatment for their teens with depression because of the challenges in identifying the symptoms. Most symptoms can be interpreted as age-appropriate behaviors, such as being in a bad/irritable mood, feeling misunderstood and acting rebellious, they explained. They encourage parents to observe their teen’s behaviors and learn to distinguish between typical teen attitudes and sudden behavioral changes that could be red flags.
“Parents should observe their adolescent and talk with them about their changes and talk to a mental health specialist about their adolescent’s changes,” Uribe and Jarrar said. “Adolescents are forming their personality, and it is of concern (not only) if they appear anxious, worried and insecure, but also if they show drastic mood swings to include anger, irritability, isolation and thoughts of wanting to die.”
Because parents can delay visiting a health provider to the point of ignoring depression until the situation worsens, Uribe and Jarrar advise parents to observe the time and duration of the symptoms and how persistent the behavior is. Warning signs include behavior that lasts more than two weeks without any notable events and behavioral displays in several areas of the teen’s life, including at home, at school and while interacting with friends.
Building “healthy and strong relationships with” parents and other adults is key to preventing and/or treating depression, according to Jarrar. She has a few other tips for parents to keep their teens in good mental health.
“Model good relationships and healthy communication, establish bonds of trust and respect, develop discipline with love and logic, support your children in developing a good (sense of) self-esteem,” Jarrar said.
In addition, Uribe advises parents “to address mental health at an early age.”
“Therapy can increase resilience and reduce the impact that traumatic events have on a teen’s life, which impacts their adult life, too,” she said.
Editor’s note: If you are concerned that you or your children are experiencing a mental health concern or suffering from emotional distress, contact the Samuel U. Rodgers Health Center at (816) 474-4920.
Uribe y Jarrar ofrecen servicios para tratar la depresión de los adolescentes
Cuando los padres del área de Kansas City quieren buscar ayuda profesional para sus adolescentes que sufren de depresión, Carolina Uribe y Ada Jarrar están entre los profesionales que consultan.
Uribe y Jarrar son terapeutas clínicas bilingües en el Centro de Salud Samuel U. Rodgers de Kansas City, Missouri. Uribe tiene más de 30 años de experiencia como trabajadora social clínica certificada y un máster en trabajo social. Jarrar es una trabajadora social clínica certificada con más de 10 años de experiencia trabajando con personas de diversos grupos.
Jarrar presta servicios a niños, adolescentes y adultos. Principalmente, se ha especializado en el trabajo con familias y padres. La mayoría de sus pacientes forman parte de la comunidad hispana y latina, incluyendo niños y adolescentes nacidos en los Estados Unidos o traídos a América a una edad temprana.
Basándose en sus experiencias tratando a jóvenes y familias con depresión y cambios de comportamiento, las dos han observado que “muchos de los adolescentes sufren un proceso de asimilación dentro de la cultura de sus padres y en la que ellos se han desarrollado, luchan entre estas dos culturas que causan muchos malentendidos y posibles tensiones en las familias, especialmente por la forma en que sus padres fueron criados y lo que quieren para sus hijos”, dijeron Uribe y Jarrar.
Ambas explicaron que las minorías tienden a sufrir un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental debido a múltiples factores, como los estigmas culturales, las barreras lingüísticas entre las familias y la falta general de conciencia sobre la salud mental. Estos problemas también pueden hacer que las familias duden en buscar tratamiento.
Los padres de las minorías también pueden ser escépticos a buscar tratamiento para sus adolescentes con depresión debido a las dificultades para identificar los síntomas. La mayoría de los síntomas pueden interpretarse como comportamientos propios de la edad, como estar de mal humor/irritable, sentirse incomprendido y actuar con rebeldía. Animan a los padres a observar los comportamientos de sus hijos adolescentes y a aprender a distinguir entre las actitudes típicas de los adolescentes y los cambios de comportamiento repentinos que podrían ser señales de alarma.
“Los padres deben observar a su adolescente y hablar con él sobre sus cambios y discutir con un especialista en salud mental sobre dichos cambios”, dijeron Uribe y Jarrar. “Los adolescentes están formando su personalidad, y es preocupante no solo si parecen ansiosos, preocupados e inseguros, sino también si muestran cambios de humor drásticos que incluyen ira, irritabilidad, aislamiento y pensamientos de muerte”.
En muchos casos los padres pueden retrasar la visita al médico, ignorando la depresión y alcanzando niveles en que la situación empeora, por lo que Uribe y Jarrar aconsejan a los padres que observen el tiempo y la duración de los síntomas y la persistencia del comportamiento. Las señales de advertencia incluyen un comportamiento que dura más de dos semanas sin ningún acontecimiento notable y muestras de actitudes en varias áreas de la vida del adolescente, incluyendo en casa, en la escuela y al interactuar con los amigos.
Establecer “relaciones sanas y sólidas” con los padres y otros adultos es clave para prevenir y/o tratar la depresión, según Jarrar. La terapeuta tienen otros consejos para ayudar a que los padres mantengan a sus hijos adolescentes con una buena salud mental.
“Modele buenas relaciones y una comunicación sana, establezca vínculos de confianza y respeto, desarrolle la disciplina con amor y lógica, apoye a sus hijos en el desarrollo de un buen (sentido de) autoestima”, indicó Jarrar.
Además, Uribe aconseja a los padres “abordar la salud mental a una edad temprana”.
“La terapia puede aumentar la resiliencia y reducir el impacto que los eventos traumáticos tienen en la vida de un adolescente, lo que repercute también en su vida adulta», añadió.
Nota del editor: Si le preocupa que usted o sus hijos estén experimentando un problema de salud mental o sufran de angustia emocional, póngase en contacto con el Centro de Salud Samuel U. Rodgers al (816) 474-4920.