Comunicar de forma efectiva va más allá del habla elocuente y de la escucha fructífera. Muchos expertos consideran que las palabras contienen sólo el siete por ciento de la información total, mientras que las expresiones no verbales, la paralingüística (ritmo, tono, volumen e intencionalidad) y el lenguaje corporal asumen el 93 por ciento restante. El ser humano siempre comunica, aunque no exprese una sola palabra.
La relación con los demás —a nivel familiar, social y laboral— depende, en gran medida, de nuestra capacidad de dominar los elementos mencionados. Sin embargo, no siempre estamos preparados. Es cierto que muchos nacen con mayores aptitudes para la comunicación que otros, pero ésta es una habilidad que no puede descansar sólo en la estructura genética, sino que requiere de práctica y de estudios teóricos profundos.
El dominio del lenguaje no verbal es necesario para sustentar la credibilidad de lo expresado con la voz. Los gestos de la cara, sobre todo de los ojos; el movimiento de la cabeza, de los brazos y hasta de las piernas, dicen mucho de uno. Incluso, pueden contradecir lo expresado a través del verbo. También la intencionalidad que le impregnamos a cada palabra. No pocas veces un “sí”, dicho de una manera determinada, parece ser un “no”.
Por tales razones, Camilo Cruz y yo hemos tenido el privilegio de abordar estos temas en el libro “Cala y Cruz. Las dos caras de la comunicación”. El galardonado autor de “La Vaca” es un brillante conferencista sobre desarrollo personal, excelencia empresarial y liderazgo. Para mí ha sido un honor compartir esta obra con él.
En el libro, ambos nos hacemos la pregunta: “¿Qué habilidades tienen en común Steve Jobs, Oprah Winfrey, Martin Luther King, la Madre Teresa, Winston Churchill y el papa Francisco?”. Y, entre otras cuestiones, respondemos: la convicción de sus estilos comunicativos, el nivel de persuasión, el carisma y esa capacidad para escuchar con empatía, que les han permitido influir positivamente en las vidas de millones de personas alrededor del mundo. No hay que llamarse como ellos para comunicar eficazmente y triunfar. Todos podemos hacerlo.
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