Mis muy amados hermanos y hermanas hemos llegado al FINAL DEL año Litúrgico 2016 con la gran SOLEMNIDAD de CRISTO REY DEL UNIVERSO y culminación del jubileo de la MISERICORDÍA (Noviembre 20). Hermanos noviembre es el tiempo indicado para hacer una pausa en el camino y reflexionar acerca de cómo estamos llevando adelante nuestra vida. En este mes nos movemos entre el anhelo de todo creyente: la SANTIDAD (Solemnidad de todos los Santos), la limitación y la fragilidad humana (conmemoración de todos los fieles difuntos) y el gran ideal de todo cristiano: que Cristo reíne en nuestra vida (Solemnidad de Cristo Rey). Si tenemos en cuenta estos tres elementos, haremos un buen exámen de conciencia que nos permitirá crecer humana y cristianamente. Yo creo que es un momento de gracia para mantener la calma, no olviden que en DIOS VIVIMOS, NOS MOVEMOS Y EXISTIMOS, es un Dios que vela por su pueblo, sufre por su pueblo. Con este texto de 1 Corintios 1,18 ÁNIMO a MUCHOS a seguir adelante sin desfallecer (Pues la predicación de la CRUZ es una locura para los que se pierden; más para los que se SALVAN –para nosotros- es FUERZA (PODER) DE DIOS).
El reinado del Señor no se manifiesta en los lujos, sino en medio de las dificultades y la crudeza de la INJUSTICIA, donde Él puede mostrar su poder y misericordia, redimiendo al oprimido y retornando la dignidad al desprotegido. ANIMO Y ADELANTE!!!.
Vamos leyendo poco a poco un resumen de la Exhortación Apostólica AMORIS LAETITIA “la alegría del amor” sobre el amor de la familia esta vez el título es: EL AMOR EN EL MATRIMONIO. Precisamente por esta gradualidad en el amor, y desarrolladas sus características en el himno paulino (1Corintios 13,4-7), el Papa recuerda una idea que es esencial para la reformulación del lenguaje y la motivación matrimonial en la actualidad: el matrimonio “no ha sido instituido solamente para la procreación” sino para que el amor mutuo “se manifieste, progrese y madure según un orden recto” (125; GS 49). La pareja existe para unirse en felicidad y realización; es por lo tanto una amistad al máximo, porque busca apreciar al otro tal como es, procurando siempre el bien de la otra persona y no el beneficio propio (127).
El amor y la alegría se purifican y se renuevan en la prueba; por esto es necesario cultivar los gestos de amor y cariño (134; 1Tesalonisenses 3,12). El amor conyugal es como una planta: requiere cuidados diarios para crecer y no marchitarse. Algunos de estos gestos es el diálogo, el compartir tiempo de calidad, escucharse, dar importancia al otro, amplitud de mente y flexibilidad, gestos de preocupación por el otro y cultivar el Espíritu leer la Palabra, reflexionar, formarse entre otros. El Papa nos invita a fundamentar el matrimonio en el amor, la comprensión y la caridad por el otro, evitando que la relación se convierta en una sociedad económica: viven juntos sólo por el dinero (133-141).
Bendiciones para todos. Fr. Oscar Garavito