Divulgando la cultura en dos idiómas.

Viajar para cambiar

San Miguel de Allende (México) y Cusco (Perú) son dos de las 15 mejores ciudades del mundo para viajar. Según el ranking de la revista estadounidense “Travel + Leisure”, estas localidades aportan historia, cultura, gastronomía y una mezcla perfecta de modernidad y antigüedad. En la lista también aparecen ciudades norteamericanas como Charleston (Carolina del Sur) o Nueva Orleans (Luisiana), que también destacan por ser especiales y gratificantes para los viajeros.

Disfruto mucho leyendo este tipo de publicaciones, porque ofrecen pistas sobre lugares verdaderamente maravillosos del mundo. Y luego, más allá del ranking, reflexiono sobre lo que estos sitios podrían aportarme desde el punto de vista espiritual y cultural.

En su enorme sabiduría, el Dalai Lama propone viajar a una zona desconocida, al menos una vez cada año. En su opinión, es un ejercicio mágico de desarrollo personal, conocimiento interior y apertura de mente para romper fronteras culturales.

Mientras tanto, el filósofo francés Hippolyte Taine asegura que “viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas”. Cada vez que vamos de país en país, de cultura en cultura, recibimos un valioso aprendizaje.

El 2016 ha sido un año repleto de viajes con propósito, que nos han permitido desarrollar una consciencia de unión, a mí y a quienes me han acompañado. Viajar nos ayuda a entender nuestras diferencias y a bendecir nuestras similitudes. Tal exploración nos ofrece la oportunidad de comprender que al final todos somos uno. Por ello, en 2017, propondré nuevas experiencias en India, Israel, Riviera Maya y Costa Rica.

En los Cala Mundos y Cala Encuentros he aprendido mucho de los destinos y de los participantes. Por ejemplo, en nuestro primer viaje a la India, mi amiga Norma comentó algo que me hizo reflexionar: “Lo que me llevo es el entendimiento de que dentro del caos existe el orden”. Mientras que, para Fátima, la experiencia trascendental del viaje fue una actividad purificadora: “El río Ganges marcó mi vida, allí solté muchas cosas que tenía que soltar”.

San Agustín decía: “El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página”. ¡Cuánta razón! Viajar es una experiencia única: comienzas con una maleta invisible, completamente vacía, pero regresas a casa con baúles llenos de recuerdos y enseñanzas.

www.IsmaelCala.com

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