By Jorge Ramos
PARECE UN HECHO: AMLO SE REUNIRÁ CON EL MANDATARIO DE ESTADOS UNIDOS. LEJOS PARECE QUEDAR EL POLÍTICO QUE HACE UNOS AÑOS PUBLICÓ UNA DURA CRÍTICA CONTRA TRUMP Y DIJO QUE ERA UN RACISTA.
MIAMI — Hasta hace poco, Andrés Manuel López Obrador pensaba que Donald Trump era un racista. Me lo confirmó en una entrevista. Por eso sorprende su determinación e ingenuidad al anunciar su próximo viaje a Washington, el primero al extranjero de su presidencia.
El viaje del Presidente mexicano a la Casa Blanca —en un vuelo comercial— está cargado de riesgos. Y ninguno le favorece a México, los mexicanos o la imagen del propio López Obrador.
El primer riesgo es de manipulación. Mientras enfrenta una tropezada campaña de reelección, al Presidente de Estados Unidos le urge ayuda para conseguir más votos latinos en los próximos meses, antes que los electores vayan a las urnas. Actualmente Trump sólo tiene el apoyo del 21 por ciento de los latinos, según una encuesta reciente de Latino Decisions. Es un porcentaje menor del que consiguió en las elecciones de 2016, cuando obtuvo el 29 por ciento del voto hispano. Trump sabe que sin latinos no se puede quedar en la Casa Blanca. Y lo más probable es que por eso está invitando (y usando) a López Obrador.
Quienes han trabajado con Trump saben que su única preocupación es la reelección. “Es muy difícil identificar cualquier decisión importante que haya tomado Trump que no tenga que ver con sus cálculos para reelegirse”, escribió en un nuevo libro John Bolton, quien fuera asesor de seguridad nacional de abril de 2018 a septiembre de 2019.
Todo lo que hace Trump es por su conveniencia. Todo. Y López Obrador se equivoca si cree que le va a ganar a Trump en su propio juego y en su propia casa. Sin hablar inglés es casi imposible que el Presidente de México pueda imponer sus temas, como lo hace en las Mañaneras, en una conferencia de prensa en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
El otro riesgo es de traición e indiferencia con los más de 12 millones de mexicanos, nacidos en México, que vivimos en Estados Unidos.
Si López Obrador de verdad no quiere que Trump lo use como un póster de propaganda electoral, lo más inteligente es posponer la visita hasta después de las elecciones estadounidenses, el 3 de noviembre.
Si no lo hace, López Obrador estaría cometiendo exactamente el mismo error que el expresidente Enrique Peña Nieto, quien se reunió con Trump en Ciudad de México antes de las elecciones de 2016. En esa ocasión, Peña Nieto no se atrevió a criticar la absurda idea de Trump de que México pagaría por un nuevo muro en la frontera, ni tampoco refutó sus comentarios racistas contra los inmigrantes mexicanos. (“Traen drogas. Traen el crimen. Son violadores. Y algunos, supongo, son buenas personas”, había dicho el entonces candidato presidencial el 16 de junio de 2015).
Y ahora López Obrador está igual de calladito.
La crítica a AMLO es la misma que hicimos a Peña Nieto. Han dejado solos a los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. Nadie los defiende ante Trump. Lejos parece quedar el político que en 2017 publicó el libro Oye, Trump, una fuerte crítica a los abusos que sufren los inmigrantes mexicanos en el norte. Ese mismo año me dijo en una entrevista que Trump era un racista.
“¿Trump es racista?”, le pregunté. “Sí, sí. Lo ha expresado”, me dijo López Obrador. “Azuza el racismo. Está en contra de los extranjeros. Tampoco es que lo sienta así. Es una estrategia política. Eso lo aclaro. Pero nos ha hecho mucho daño”.
Dudo mucho que ese vaya a ser el tono de López Obrador en la Casa Blanca ante el Presidente más antimexicano y antiinmigrante que ha tenido Estados Unidos en décadas. AMLO, desde que llegó a la presidencia, ha hecho un enorme esfuerzo por evitar conflictos con Trump. Y el nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá —que entra en vigor el 1 julio y es la justificación oficial del viaje—, es producto de esa estrategia diplomática. Pero es muy desilusionante que el Presidente mexicano se quede callado ante los insultos y ataques de Trump.
México, tristemente, ha aceptado que miles de centroamericanos se queden en su territorio, en terribles condiciones, mientras esperan la resolución de su solicitud de asilo en Estados Unidos. Y horas antes de que AMLO anunciara su visita, Trump estaba estampándole su firma a un nuevo trecho de muro en la frontera de Arizona con México.
La historia juzgará duramente a Trump. Pero también a los que se convirtieron en silenciosos cómplices de sus políticas racistas y antiinmigrantes. Siempre es peligroso —y poco digno— aparecer junto a un bully y a un promotor de la intolerancia.
Presidente López Obrador: posponga el viaje y espere a que los estadounidenses decidan en menos de cinco meses qué hacer con Trump. ¿Cuál es la prisa?