Divulgando la cultura en dos idiómas.

Editorial: American Dream vs. American Violence

People from everywhere migrate to the U.S. Many seek to escape the poverty and violence infesting their respective countries. Most yearn for whatever ideal is their own interpretation of the “American Dream.”
On consecutive days last month in different cities, the American Dream died for three immigrant families. Two New York City police officers were ambushed and fatally shot by a longtime felon while responding to a domestic disturbance on Jan 21. The following afternoon in Chicago, an eight-year-old girl was gunned down when a gangster opened fire on a rival gang member.
Slain NYC Officer Jason Rivera was the son of immigrants from the Dominican Republic. His partner, Officer Wilbert Mora relocated here from his native Dominican Republic. Chicago third-grader Melissa Ortega emigrated from Mexico with her mother, Araceli Ortega last August.
Life was good for Officer Rivera. At just 22, he’d achieved his two lifelong dreams. He joined the Police Department in November 2021. And last October, he married Dominique Luzuriaga, whom he’d loved since grade school.
“My brother was afraid of heights, rats and dogs, but he wasn’t afraid to wear that uniform,” Rivera’s brother, Jeffrey, told mourners at his funeral. Jason embodied dedication, Jeffrey eulogized. “He was the definition of integrity. He was joy.”
Officer Mora was the sole support of his aged, ailing parents, friends told reporters. The 27-year-old Dominican American had been on the force since November 2019.
“Wilbert is three times a hero,” NYC Police Commissioner Sewell told funeral-goers. “For choosing a life of service. For sacrificing his life to protect others. For giving life even in death.”
Officer Mora chose to be an organ donor. He lives on in the five recipients of his heart, kidneys, liver and pancreas.
Melissa Ortega was fatally hit by stray bullets as she strolled hand-in-hand with her mom down a neighborhood street on a sunny Saturday afternoon. She was cruelly deprived of the opportunity to experience Chicago snow, get a Build-a-Bear or make TikTok dances with her friends – her most immediate aspirations. By all accounts, she was bright. It’s heartbreaking to think of the amazing things a grown-up Melissa might’ve accomplished.
“She was a girl full of hope and had her whole life ahead of her,” her mom said in a statement. “Like many immigrants, Melissa hoped for a better life here. She sought to achieve the American Dream but was instead given American Violence.”
In her moving eulogy to her husband, Officer Rivera’s widow held society to account. “This system continues to fail us,” she lamented. “We are not safe anymore, not even the members of the service.”
The lives of law enforcement officers are no more or less important than all others. But an attack on police, as NYC Mayor Eric Adams said in a recent press conference, is an attack on everyone. Law enforcement is society’s bulwark against dystopian anarchy. We pay police to uphold the rule of law, that which undergirds our civilized democratic society.


El sueño americano vs. la violencia americana

Personas de todas partes migran a Estados Unidos. Muchos buscan escapar de la pobreza y la violencia que infestan sus respectivos países. La mayoría anhela cualquier ideal que sea su propia interpretación del “sueño americano”.
En días consecutivos el mes pasado en diferentes ciudades, el Sueño Americano terminó para tres familias inmigrantes. Dos policías de la ciudad de Nueva York fueron emboscados y asesinados a tiros por un delincuente de mucho tiempo mientras respondían a un disturbio doméstico el 21 de enero. La tarde siguiente en Chicago, una niña de ocho años fue asesinada a tiros cuando un gángster abrió fuego contra un miembro de una pandilla rival.
El oficial asesinado de la ciudad de Nueva York, Jason Rivera, era hijo de inmigrantes de la República Dominicana. Su compañero, el oficial Wilbert Mora, se mudó aquí desde su República Dominicana natal. Melissa Ortega, estudiante de tercer grado de Chicago, emigró de México con su madre, Araceli Ortega, en agosto pasado.
La vida era buena para el oficial Rivera. Con sólo 22 años, había logrado sus dos sueños de toda la vida. Se unió al Departamento de Policía en noviembre de 2021. Y en octubre pasado se casó con Dominique Luzuriaga, a quien amaba desde la escuela primaria.
“Mi hermano tenía miedo a las alturas, las ratas y los perros, pero no tenía miedo de usar ese uniforme”, dijo el hermano de Rivera, Jeffrey, a los dolientes en su funeral. Jason era la dedicación en persona, Jeffrey elogió. “Él era la definición de integridad. Era alegría”.
El oficial Mora era el único apoyo de sus padres ancianos y enfermos, dijeron amigos a los periodistas. El dominicano estadounidense de 27 años había estado en la fuerza desde noviembre de 2019.
“Wilbert es tres veces un héroe”, dijo el comisionado de policía de la ciudad de Nueva York, Sewell, a los asistentes al funeral. “Por elegir una vida de servicio. Por sacrificar su vida para proteger a los demás. Por dar vida aun en la muerte.”
El oficial Mora eligió ser donante de órganos. Vive en los cinco receptores de su corazón, riñones, hígado y páncreas.
Melissa Ortega fue alcanzada fatalmente por balas perdidas mientras paseaba de la mano con su madre por una calle del vecindario en una soleada tarde de sábado. Fue cruelmente privada de la oportunidad de experimentar la nieve de Chicago, conseguir un Build-a-Bear o hacer uno de los bailes de TikTok con sus amigos, sus aspiraciones más inmediatas. Según todos los informes, ella era brillante. Es desgarrador pensar en las cosas asombrosas que una Melissa adulta podría haber logrado.
“Era una niña llena de esperanza y tenía toda la vida por delante”, dijo su madre en un comunicado. “Como muchos inmigrantes, Melissa anhelaba por una vida mejor aquí. Ella buscó lograr el Sueño Americano, pero en su lugar recibió la Violencia Americana”.
En su conmovedor elogio a su esposo, la viuda del oficial Rivera pidió cuentas a la sociedad. “Este sistema nos sigue fallando”, lamentó. “Ya no estamos seguros, ni siquiera los miembros del servicio”.
La vida de los agentes del orden no es más ni menos importante que todas las demás. Pero un ataque a la policía, como dijo el alcalde de Nueva York, Eric Adams, en una conferencia de prensa reciente, es un ataque a todos. La aplicación de la ley es el baluarte de la sociedad contra la anarquía distópica. Pagamos a la policía para defender el estado de derecho, que sustenta nuestra sociedad democrática civilizada.

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