Respetar a los policías que nos protegen
Los habitantes de las sociedades civilizadas tienen el lujo de dar por sentado la seguridad y la protección. Elegimos representantes del gobierno, quienes crean leyes para mantener la paz y contratan profesionales para hacerlas cumplir.
El destino de nuestra seguridad y protección está en manos de los agentes del orden público. Protegen vidas y propiedades. Según el Manual Ocupacional de la Oficina de Estadísticas Laborales, es un “trabajo físicamente exigente, estresante y peligroso”. La policía “tiene algunas de las tasas más altas de lesiones y enfermedades de todas las ocupaciones”. El año pasado, 226 agentes del orden público murieron en el cumplimiento de su deber, reportó el Fondo Conmemorativo Nacional de los Agentes del Orden Público. Entre ellos estaba el Oficial de North KC Daniel Vásquez.
Su trabajo es lo que se interpone entre la sociedad civilizada y el colapso del orden civil. Eso merece el respeto y el apoyo de la sociedad, que alguna vez tuvo la policía. Fueron apreciados por arriesgar sus vidas para salvaguardar nuestra forma de vida. Últimamente, sin embargo, los errores atroces de relativamente pocos policías deshonestos han llevado a la demonización de todas las fuerzas del orden. Eso pone en peligro a la policía y a todos nosotros a quienes juraron defender y proteger.
Los policías sin escrúpulos aparecen en los titulares porque la sangre, la violencia y la muerte venden. Como dicen en la radiodifusión, “Si sangra, lidera”. Pero es imprudente y erróneo desacreditar a todos los policías por culpa de unos pocos. El mal comportamiento, el abuso y el mal juicio no son exclusivos de las fuerzas del orden. Existen en todo tipo de ocupaciones.
Está en el interés de todos restaurar el respeto por las fuerzas del orden. Ellos se lo ganan; se lo merecen, y nos hará a todos más seguros el aliviar las tensiones entre la policía y algunas comunidades. El hogar es un lugar de partida para inculcar en los niños un sano respeto por la autoridad, la ley y nuestros valientes agentes del orden.
Comprensiblemente, la policía uniformada puede parecer formidable para los niños pequeños. Usar un chaleco balístico y más de 20 libras de equipo debe hacerlos parecer gigantes. Podemos humanizar a los policías que encontramos al saludarlos, y modelar el respeto por la autoridad que buscamos enseñar a los jóvenes. También es importante que demuestre que la policía es un protector confiable. Su trabajo es mantenernos a salvo; nuestro trabajo es cooperar, responder con calma y respeto a sus solicitudes. Si no lo hacemos, hay consecuencias. Así es la vida; así es como una sociedad civilizada sobrevive y tiene éxito.