Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, bendición y paz de parte de Dios para cada uno de ustedes. Hemos llegado al final de este mes de junio y dando comienzo al mes de julio, es una ocasión para darle la mayor Gloria a nuestro Creador. En esta última semana del mes de junio recordamos a dos pilares o columnas de nuestra amada Iglesia CATÓLICA SAN PEDRO Y SAN PABLO APÓSTOLES. Quiero resaltar un poco sus vidas y enseñanzas que nos pueden servir para la vida.
PEDRO es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento: en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.
Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaúm, donde junto con San Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.
Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: “porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo” (1 Cor 3,10). Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son ahora los hombres y mujeres de todas las épocas. -Mateo 16,13-20, (Mt 23,11). Hay varios pasajes bíblicos en los que aparece Pedro: (Mateo 17, 1-5), (Jn 21,15), (Lc 22,32),etc.. Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.
Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aún se encuentran sus restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por el Papa Pío XII al concluir el año santo de 1950.
San Pedro murió crucificado. Él no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro. Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.(Mateo 16,18) Hay testimonios arqueológicos de la camposanto con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II. Un relicario de 160 d.C. en el cual puede leerse en griego “Pedro está aquí”. Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo. Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.
He pensado que para el próximo artículo tendré en cuenta sobre la vida de San Pablo. Ya que ambos son MUY IMPORTANTES en la vida de nuestra IGLESIA CATÓLICA.