Divulgando la cultura en dos idiómas.

En la escuela de Jesús 06.01.17

Le doy gracias a Dios Todo poderoso por permitirnos llegar al final de este mes de mayo y comienzo de junio, donde las escuelas tienen su periodo de vacaciones y los padres de familia más dedicados a sus hijos y sus trabajos, ya que están en casa, además algunos aprovechan para salir de paseo, me da alegría que familias salgan por lo menos una semana a compartir, es una oportunidad muy importante donde los hijos tienen diferentes actividades como son las del deporte. Felicito a todos los padres de familia que siempre quieren dar lo mejor para sus hijos y darles una formación integral.
La semana pasada compartía sobre algunos frutos del Espíritu Santo esta vez sobre algunos otros, no pienso ponerlos todos pero si los que usted vea aquí le puedan ayudar en su vida cotidiana.  LA MANSEDUMBRE se opone a la ira y al rencor, se opone a la ira que quiere imponerse a los demás; se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas recibidas. La mansedumbre hace al cristiano paloma sin hiel, cordero sin ira, dulzura en las palabras y en el trato frente a la prepotencia de los demás.

LA FIDELIDAD Mantener la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y horarios, es virtud que glorifica a Dios que es verdad. Quién promete sin cumplir, quién fija hora para un encuentro y llega tarde, quién es cortés delante de una persona y luego la desprecia a sus espaldas, falta a la sencillez de la paloma, sugerida por Jesucristo e induce a los demás a la incertidumbre en las relaciones sociales.

LA MODESTIA, como lo dice su nombre, pone el modo, es decir, regula la manera apropiada y conveniente, en el vestir, en el hablar, en el caminar, en el reír, en el jugar. Como reflejo de la calma interior, mantiene nuestros ojos para que no se fijen en cosas vulgares e indecorosas, reflejando en ellos la pureza del alma, armoniza nuestros labios uniendo a la sonrisa la simplicidad y la caridad, excluyendo de todo ello lo áspero y mal educado.

LA CONTINENCIA mantiene el orden en el interior del hombre, y como indica su nombre, contiene en los justos límites la concupiscencia, no sólo en lo que atañe a los placeres sensuales, sino también en lo que concierne al comer, al beber, al dormir, al divertirse y en los otros placeres de la vida material. La satisfacción de todos estos instintos que asemejan al hombre a los animales, es ordenada por la continencia que tiene como fin el amor a Dios.

LA CASTIDAD es la victoria conseguida sobre la carne y que hace del cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada [porque también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del matrimonio] reina sobre su cuerpo, en gran paz y siente en ella, la inefable alegría de la íntima amistad de Dios, habiendo dicho Jesús: Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios. Con la Gracia de Dios.

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