Puerto Rico was battered twice this year: First by Hurricane Maria, then by President Donald Trump.
Not long ago on Univision, we interviewed Ángela Parrilla, a 103-year-old woman from Puerto Rico who told us that Maria was actually worse than Hurricane San Ciprian, which ravaged the island in 1932. The devastation after Maria hit in late September was unprecedented, so everyone understandably expected the U.S. government to rise to the occasion. It didn’t.
The slow response of officials was at first totally incomprehensible. When Trump was confronted about it, the only thing he could do was remind us that Puerto Rico was “an island sitting in the middle of an ocean, and it’s a very big ocean.” Later, facing a lot of pressure, he visited Puerto Rico, but his presence only reinforced the perception that he was not treating the 3.5 million American citizens there the same way he had treated the victims of Hurricane Harvey, in Texas, and Hurricane Irma, in Florida, earlier this year.
Then, in San Juan, Trump tossed paper towels into a crowd of hurricane victims like he was taking jump shots. That was an evident lack of respect for Puerto Ricans; I highly doubt the president would have considered doing the same thing in Houston or Miami.
Discrimination against Puerto Ricans was obvious on the president’s Twitter account. “We cannot keep FEMA, the military & the First Responders … in P.R. forever,” he wrote on Oct. 12. In the aftermath of Hurricane Harvey, however, his tweets were quite different: “TEXAS: We are with you today, we are with you tomorrow, and we will be with you EVERY SINGLE DAY AFTER, to restore, recover and REBUILD!” Trump wrote on Sept. 2.
Such statements about Puerto Rico, along with the lack of water, food and medicine in the first days after the tragedy, provoked strong criticism of Trump. “He is showing off that he’s just racist,” Alejandro García Padilla, a former governor of Puerto Rico, said on MSNBC.
Carmen Yulín Cruz, the mayor of San Juan, told me in an interview that there were people who wanted to “change the narrative and hide the failure” of the response to the disaster, but for her it was a matter of “life or death.” Trump didn’t like Cruz’s critiques and accused her of being “nasty.” Her response: “What is truly nasty is to turn your back on the Puerto Rican people.”
Trump, of course, thinks his administration is doing “a really good job,” and scored the response in Puerto Rico a “10 out of 10.” For many, this was a failure that Trump just couldn’t seem to recognize.
According to recent CNN polls, after Hurricanes Harvey and Irma, 64% of Americans approved of Trump’s response, but that approval fell to 44% after the slow, inefficient response to Maria, and Trump’s seemingly negative attitude toward Puerto Rico.
This perception would not matter so much if assistance to the island had arrived on time and the scenario was more optimistic. But it isn’t. More than 80% of the power grid is not working, 28% of Puerto Ricans don’t have running water and 40% don’t have a cellphone signal, according to a recent article by David Leonhardt in The New York Times.
While Trump is patting himself on the back, the island is facing a heartbreaking future. It will take years to recover, and the terrible financial situation in this American territory doesn’t bode well for new investment or the creation of new jobs. If similar conditions were present in Texas or Florida, it would be a nationwide scandal.
To make matters worse, Puerto Ricans who live on the island cannot vote for president, though Puerto Ricans living in Florida and other states can. At present, a real exodus to Florida is occurring, and I wonder how these Puerto Ricans will vote when Trump is running for re-election in 2020. Will they remember the paper towels?
Some hurricanes last for years.
(Jorge Ramos, an Emmy Award-winning journalist, is a news anchor on Univision. Originally from Mexico and now based in Florida, Ramos is the author of several best-selling books. His latest is “Take a Stand: Lessons From Rebels.” Email him at jorge.ramos@nytimes.com.)
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La Isla Maltratada
Puerto Rico ha sido doblemente maltratado. Primero por el huracán María y luego por el presidente Donald Trump.
Hace poco en el Noticiero Univision entrevistamos a Ángela Parrilla, una mujer de 103 años que nos aseguró que María fue peor que el huracán San Ciprián que destruyó Puerto Rico en 1932. La devastación causada por el huracán María no tiene precedentes. Por eso lo que esperábamos del gobierno de Estados Unidos era una respuesta que correspondiera a la emergencia. No fue así.
La lentitud inicial fue totalmente incomprensible, y cuando Trump fue confrontado al respecto, lo único que hizo fue recordarnos que se trataba “de una isla en la mitad del océano, y es un océano muy grande.” Luego, bajo enorme presión, decidió viajar a Puerto Rico, pero su presencia física sólo reforzó la impresión de que Trump no estaba tratando a los 3,5 millones de ciudadanos estadounidenses que viven en Puerto Rico de la misma manera que a las víctimas de los huracanes Harvey en Texas e Irma en la Florida.
Mostrando muy poca empatía, Trump lanzó rollos de papel toalla a algunas de las víctimas del huracán María en San Juan. No sólo eso, sino que lo hizo como si estuviera tirando pelotas de básquetbol. Esa fue una patente falta de respeto para los puertorriqueños. Trump jamás habría hecho lo mismo en Houston o en Miami.
La discriminación contra los puertorriqueños quedó en evidencia en la cuenta presidencial de Twitter. “No podemos dejar a FEMA, a los militares y a los rescatistas … para siempre en Puerto Rico,” escribió Trump. En cambio, tras el paso de la tormenta Harvey, el Presidente envió el siguiente tuit: “TEXAS: Estamos contigo hoy, estaremos mañana y estaremos contigo CADA DÍA para restaurar, recuperar y reconstruir.”
Este tipo de maltrato — aunado a la falta de agua, comida y medicinas en los primeros días después de la tragedia — ocasionó fuertes críticas contra Trump. “Está demostrando que es un racista,” dijo el exgobernador, Alejandro García Padilla, en una entrevista con MSNBC.
La alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, me dijo que había quienes querían “cambiar el discurso y ocultar el fracaso” de la ayuda estadounidense a Puerto Rico, pero que para ella era una cuestión “de vida o muerte.” Las múltiples críticas de la alcaldesa no le gustaron al Presidente y la acusó de ser “nasty”(desagradable o mala) con él, a lo que ella contestó: “Lo que es ‘nasty’es que se dé la espalda al pueblo puertorriqueño.”
El presidente Trump cree que “ha hecho un muy buen trabajo en Puerto Rico.” Incluso se autocalificó con un 10. No obstante, para muchos está reprobado. Trump, increíblemente, no ve lo que todos estamos viendo.
La última encuesta de CNN refleja el malestar con la manera en que Trump ha manejado la tragedia en Puerto Rico. Tras los huracanes Harvey e Irma, el 64% de los estadounidenses aprobaba la manera en que Trump había respondido. Sin embargo, esta aprobación cayó al 44% tras la lentitud, ineficacia y mala actitud mostrada con Puerto Rico.
Esta discusión no tendría importancia si la ayuda a la isla hubiera llegado a tiempo y el panorama fuera más optimista, pero no es así. Más del 80% del servicio de electricidad no funciona, 28% de los puertorriqueños no tiene agua potable y 40% no tiene señal de celular, según escribió recientemente David Leonhardt para The New York Times.
Mientras el Presidente se da palmaditas en la espalda, en la isla enfrentan un futuro desolador. Tendrán que pasar años para recuperarse de los extensos daños. Además, la terrible situación financiera de esta colonia de Estados Unidos no favorece nuevas inversiones ni la creación de trabajos. Si las mismas condiciones que actualmente hay en Puerto Rico se estuvieran viviendo en Texas o la Florida, sería un escándalo a nivel nacional.
En otra señal más de discriminación e injusticia, los puertorriqueños que residen en la isla no pueden votar en las elecciones presidenciales, en tanto que los puertorriqueños que viven en la Florida y en otros estados sí lo pueden hacer. Hoy en día hay un verdadero éxodo a la Florida y me pregunto cómo van a votar esos puertorriqueños cuando Trump les pida su voto para reelegirse en el 2020. ¿Se acordarán del papel toalla?
Hay huracanes que duran años.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de noticias de Univision Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es “A Country for All: An Immigrant Manifesto.”)