Below is an annual breakdown of the number of people killed in Mexico during President Enrique Peña Nieto’s six-year tenure. This terrible arithmetic is a testament to his administration’s ineptitude. Peña Nieto may be one of the most unskilled presidents Mexico has ever had.
From December 2012, when Peña Nieto took office, to December 2017, 98,120 Mexicans became casualties of what government statistics label “intentional homicides,” defined as unlawful death or harm, purposefully inflicted on a person.
Peña Nieto, who as a candidate pledged to confront violence “promptly and efficiently,” lied to all of us. Or perhaps he made the pledge without knowing how to fulfill it. Nevertheless, the result has been tragedy for the country.
This is the account of his incompetence:
— 2012: 1,699 deaths.
— 2013: 18,106 deaths.
— 2014: 15,520 deaths.
— 2015: 16,909 deaths.
— 2016: 20,547 deaths.
— 2017: 25,339 deaths.
Total: 98,120 dead people. The Peña Nieto administration is on track to be the bloodiest presidency in Mexico’s modern history. In a few months, its toll will surpass the more than 104,000 deaths under that of his predecessor, Felipe Calderón.
The legacies of both Peña Nieto and Calderón will be clouded by the massacres, clandestine graves and a useless war against illicit drugs. But they will be recalled mainly for their huge failure to fulfill their most important duty: Protect Mexican lives.
These numbers are comparable only to those coming from countries at war. To make matters worse, these statistics come from Mexico’s Interior Ministry (secretariadoejecutivo.gob.mx), and I have trouble believing that any data coming from such an incompetent administration is entirely accurate. It’s possible that the actual number of deaths is higher.
Is there a single Mexican family who hasn’t experienced this violence?
Peña Nieto has been a terrible president. It’s surprising that he has not faced impeachment, given the scandals, like his wife’s purchase of a $7 million luxury home from a government contractor; an obvious conflict of interest. Perhaps Mexico’s next president will dare to investigate and prosecute Peña Nieto.
And while I’m amazed at the tremendous endurance of the Mexican people, I wonder why we aren’t witnessing more displays of indignation. Where is the true political opposition?
Besides the corruption within his administration, Peña Nieto has demonstrated a lack of knowledge about this violence, the country’s most pressing matter. He has never known what to do, though he had witnessed the disaster of violence during the Calderón administration. Once elected, he went on to make the same mistakes.
Peña Nieto wasn’t ready to become president, and never learned how to be one during his time in office. While thousands of Mexicans were being murdered, the president naïvely thought that the trouble was an image problem.
Since his questionable arrival in the presidency, his lack of leadership has come at an enormous cost in terms of human lives. We will always wonder whether more Mexicans would be alive had another president been elected. Would the 43 missing students from Ayotzinapa Rural Teachers’ College still be with us? Or the victims of the Nochixtlan and Tlatlaya massacres?
Whoever put Peña Nieto in charge is an accomplice to this catastrophe. The same is true of the people who have worked with him and remained silent about the massacres and disappearances. I can’t think of any instance of a minister or other official raising his or her hand in this administration to say, “This is not right.” How can politicians from Peña Nieto’s Institutional Revolutionary Party now ask for our votes, when they are jointly responsible for the most violent times we have ever known? They don’t deserve a second chance. Cowardice must not be rewarded.
I refuse to believe Mexicans want more of this.
The key issue in the next presidential election, on July 1, will be stopping the violence. There must be a heated debate on its causes, and what should be done to dramatically decrease the number of deaths.
And voting is paramount. This election is not only about choosing a candidate or a political party. In Mexico, this election centers on fewer people getting killed.
(Jorge Ramos, an Emmy Award-winning journalist, is a news anchor on Univision.)
Peña Nieto y la Aritmética del horror
Esta es la suma de los muertos en México durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto. Es la aritmética del horror. Es, también, el reflejo de uno de los presidentes más ineptos e incapaces que ha tenido el país (y el juego mental sobre qué hubiera ocurrido con otra persona en la presidencia).
Desde que Peña Nieto llegó al poder el 1 de diciembre del 2012, hasta el 31 de diciembre del 2017, han sido asesinados 98.120 mexicanos. Es lo que se llama “homicidios dolosos”, es decir, cometidos con la intención de matar o causar daño.
El candidato que en el 2012 prometió enfrentar la violencia de una “manera pronta y eficaz”, nos mintió a todos. O prometió sin saber cómo cumplir. ¿El resultado? Una verdadera tragedia para el país.
Esta es la suma de su incompetencia:
— 2012: 1.699 muertos.
— 2013: 18.106 muertos.
— 2014: 15.520 muertos.
— 2015: 16.909 muertos.
— 2016: 20.547 muertos.
— 2017: 25.339 muertos.
Total: 98.120 muertos.
Peña Nieto tendrá el sexenio más sangriento en la historia moderna de México. Dentro de tres meses, más o menos, su gobierno superará los más de 104.000 muertos del sexenio del panista, Felipe Calderón. Peña Nieto y Calderón serán recordados como los presidentes de las masacres, de las fosas y de la inútil guerra contra las drogas. Pero sobre todo serán recordados por su enorme fracaso. Fallaron en lo más importante: Cuidar la vida de los mexicanos.
Estas cifras son sólo comparables a países en guerra. Pero el problema con las cifras es que son oficiales; las proporciona la propia Secretaría de Gobernación (secretariadoejecutivo.gob.mx). Y yo no confío en las cifras — ni en nada — que ofrezca un gobierno tan incompetente y corrupto. Así que, seguramente, la cifra real de muertos es mayor.
¿Qué familia mexicana no ha sufrido en carne propia esta violencia?
Estoy asombrado de la enorme capacidad de aguante de los mexicanos. Peña Nieto ha sido un presidente nefasto. A nivel personal, es increíble que su esposa haya comprado una casa de $7 millones de dólares de un contratista gubernamental, un patente conflicto de interés, y que él no hubiera enfrentado un proceso de destitución. ¿Dónde está la indignación, y dónde está la verdadera oposición política? El sistema de justica no funcionó. Pero la esperanza es que el próximo presidente se atreva a investigar el caso y enjuiciar.
Además del tema de la corrupción, Peña Nieto demostró una enorme ignorancia sobre el asunto más importante para el país. Nunca supo qué hacer con la violencia, y eso es gravísimo. Peña Nieto estaba advertido — vio el desastre ocurrido durante el gobierno de Calderón y, a pesar de todo, cometió los mismos errores que su predecesor.
Peña Nieto no estaba preparado para ser presidente y, lo peor, es que tampoco aprendió en el puesto. Mientras asesinaban a miles de mexicanos, el presidente ingenuamente creía que México tenía un problema de imagen.
Su cuestionable llegada a la presidencia y falta de liderazgo han tenido un gigantesco costo en vidas humanas. Siempre nos preguntaremos si más mexicanos estarían vivos con otro presidente en Los Pinos. ¿Estarían con nosotros los 43 estudiantes de Ayotzinapa? ¿O las víctimas de las matanzas de Nochixtlán y Tlatlaya?
Los que pusieron a Peña Nieto en el poder son cómplices de esta catástrofe. Y también lo son los que trabajaron con él y se quedaron callados ante las matanzas, las desapariciones y los feminicidios. Yo no recuerdo ni a uno solo de sus secretarios o colaboradores que haya levantado la mano durante este sexenio y dicho: “Esto no está bien”. ¿Con qué cara ahora piden votos cuando son corresponsables de la época de mayor violencia en nuestras vidas? No se merecen una segunda oportunidad. La cobardía no debe tener recompensa.
Me rehúso a creer que los mexicanos quieren más de lo mismo.
El tema central en las próximas elecciones presidenciales en México en julio será cómo detener esta violencia. Tiene que haber un vigoroso debate sobre sus causas y sobre qué hacer para bajar dramática y rápidamente la cifra de muertos.
Por todo lo anterior, es importantísimo salir a votar. No se trata, simplemente, de escoger a un candidato o a un partido político. En México el asunto es mucho más serio: Se trata de que no nos maten.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de noticias de Univision Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es “A Country for All: An Immigrant Manifesto”.)