Divulgando la cultura en dos idiómas.

President Trump, Mexico Is a Partner, Not a Piñata

Me preocupa que los cuatro candidatos mexicanos a la presidencia enfrenten al presidente Donald Trump con demasiada ingenuidad.
Tanto Andrés Manuel López Obrador como Ricardo Anaya, Margarita Zavala y José Antonio Meade creen — con una especie de pensamiento mágico — que van a convencer al “bully” en la Casa Blanca que modere sus insultos y mentiras contra México y los mexicanos. Parece que creen que pueden lograr que Trump se olvide de construir un muro en la frontera y que pueden evitar que se salga del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Olvídense de eso. Trump es un necio, particularmente en las cosas en las que no tiene la razón.
La primera lección que he aprendido es que Trump es Trump. No cambia. La persona que acaba de ordenar el envío de tropas estadounidenses a la frontera con México — por una supuesta amenaza de drogas e indocumentados — es la misma que el 16 de junio del 2015 (cuando anunció su candidatura presidencial) calificó a los inmigrantes mexicanos de criminales y violadores. Es la misma retórica racista y xenofóbica, y es el mismo Trump, pero ahora con más poder.
Apaciguar a hostigadores como Trump nunca funciona. La invitación que el presidente Enrique Peña Nieto le hizo al candidato Trump en el 2016 para ir a Los Pinos fue un grave error. Me recuerda tanto la historia de Moctezuma II metiendo a Hernán Cortés en la casa real de Tenochtitlan en 1519. Ambas invitaciones terminaron con el anfitrión humillado. Conclusión: La sumisión nunca da buenos resultados.
Sin embargo, el gobierno de México, lejos de aprender, insistió en bajar la cabeza. El canciller Luis Videgaray conocía al yerno de Trump, Jared Kushner, y creyó, muy a la mexicana, que una comida con unos tequilitas podría suavizar las tensiones entre México y Estados Unidos. Otro fracaso. Las cosas han salido tan mal para México que dentro de poco veremos a militares estadounidenses destacados del otro lado de la frontera.
Peña Nieto nunca entendió que pudo haber salvado el final de su sangriento y corrupto sexenio si se hubiera enfrentado con dignidad a Trump. En vez de eso, quiso ser su amiguito y se lo comieron vivo. Su enojado discurso de hace unos días llegó casi tres años tarde y no implicó ningún costo para Trump. El próximo presidente o presidenta de México no puede cometer los mismos errores, y esperemos que tenga más valentía y carácter que el actual habitante de Los Pinos.
Lo primero que hay que entender es que Trump, a sus 71 años, no va a cambiar. Nada se ganará con discursos, tuits o largas sobremesas. Seguirá con sus ataques a México y con su postura antiinmigrante. Esa es la fórmula que lo llevó a la presidencia, y no la va a soltar.
No obstante, un punto débil de Trump es que necesita a México. Sin la ayuda de México, las drogas y los inmigrantes centroamericanos podrían fluir sin control por el territorio mexicano hasta llegar a la frontera de Estados Unidos, como quedó demostrado con el reciente incidente de la caravana de hondureños. La amenaza de México a Trump es que sin el TLC tampoco habría cooperación migratoria, y ningún muro podría detener eso.
El otro punto importante es que, quizás, no habrá Trump después del 2020. Esto le permitiría a México una estrategia dual. El próximo presidente o presidenta puede enfrentar duramente a Trump al principio de su mandato. Tiene, en realidad, muy poco que perder. Trump nunca será amigo de México y los mexicanos agradecerían tener un presidente que no se achicara, como lo hizo Peña Nieto. Si Trump llega a ser reelegido en el 2020, habría que recalibrar la estrategia inicial para enfrentarlo, pero para entonces Trump ya sabría que tiene en México un socio y no una piñata.
Desde que Trump ganó, el gobierno de México, cobardemente, dejó solos a los mexicanos en Estados Unidos. Ese vacío ha sido llenado por artistas — como los tres directores ganadores del Oscar — por periodistas y hasta por el expresidente Vicente Fox, quien, a pesar de las críticas, sale frecuentemente a defender a México en los medios estadounidenses. (Nota para el próximo presidente mexicano: Es necesario que su gobierno tenga portavoces que hablen inglés en la televisión de Estados Unidos, sobre todo en Fox News, el canal que ve Trump).
Quien gane las elecciones en México el 1 de julio debe saber que es totalmente ilusorio e inútil creer que puede cambiar la forma de pensar de Trump. El respeto no se regatea, se gana. 

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México Frente a Trump

Me preocupa que los cuatro candidatos mexicanos a la presidencia enfrenten al presidente Donald Trump con demasiada ingenuidad.
Tanto Andrés Manuel López Obrador como Ricardo Anaya, Margarita Zavala y José Antonio Meade creen — con una especie de pensamiento mágico — que van a convencer al “bully” en la Casa Blanca que modere sus insultos y mentiras contra México y los mexicanos. Parece que creen que pueden lograr que Trump se olvide de construir un muro en la frontera y que pueden evitar que se salga del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Olvídense de eso. Trump es un necio, particularmente en las cosas en las que no tiene la razón.
La primera lección que he aprendido es que Trump es Trump. No cambia. La persona que acaba de ordenar el envío de tropas estadounidenses a la frontera con México — por una supuesta amenaza de drogas e indocumentados — es la misma que el 16 de junio del 2015 (cuando anunció su candidatura presidencial) calificó a los inmigrantes mexicanos de criminales y violadores. Es la misma retórica racista y xenofóbica, y es el mismo Trump, pero ahora con más poder.
Apaciguar a hostigadores como Trump nunca funciona. La invitación que el presidente Enrique Peña Nieto le hizo al candidato Trump en el 2016 para ir a Los Pinos fue un grave error. Me recuerda tanto la historia de Moctezuma II metiendo a Hernán Cortés en la casa real de Tenochtitlan en 1519. Ambas invitaciones terminaron con el anfitrión humillado. Conclusión: La sumisión nunca da buenos resultados.
Sin embargo, el gobierno de México, lejos de aprender, insistió en bajar la cabeza. El canciller Luis Videgaray conocía al yerno de Trump, Jared Kushner, y creyó, muy a la mexicana, que una comida con unos tequilitas podría suavizar las tensiones entre México y Estados Unidos. Otro fracaso. Las cosas han salido tan mal para México que dentro de poco veremos a militares estadounidenses destacados del otro lado de la frontera.
Peña Nieto nunca entendió que pudo haber salvado el final de su sangriento y corrupto sexenio si se hubiera enfrentado con dignidad a Trump. En vez de eso, quiso ser su amiguito y se lo comieron vivo. Su enojado discurso de hace unos días llegó casi tres años tarde y no implicó ningún costo para Trump. El próximo presidente o presidenta de México no puede cometer los mismos errores, y esperemos que tenga más valentía y carácter que el actual habitante de Los Pinos.
Lo primero que hay que entender es que Trump, a sus 71 años, no va a cambiar. Nada se ganará con discursos, tuits o largas sobremesas. Seguirá con sus ataques a México y con su postura antiinmigrante. Esa es la fórmula que lo llevó a la presidencia, y no la va a soltar.
No obstante, un punto débil de Trump es que necesita a México. Sin la ayuda de México, las drogas y los inmigrantes centroamericanos podrían fluir sin control por el territorio mexicano hasta llegar a la frontera de Estados Unidos, como quedó demostrado con el reciente incidente de la caravana de hondureños. La amenaza de México a Trump es que sin el TLC tampoco habría cooperación migratoria, y ningún muro podría detener eso.
El otro punto importante es que, quizás, no habrá Trump después del 2020. Esto le permitiría a México una estrategia dual. El próximo presidente o presidenta puede enfrentar duramente a Trump al principio de su mandato. Tiene, en realidad, muy poco que perder. Trump nunca será amigo de México y los mexicanos agradecerían tener un presidente que no se achicara, como lo hizo Peña Nieto. Si Trump llega a ser reelegido en el 2020, habría que recalibrar la estrategia inicial para enfrentarlo, pero para entonces Trump ya sabría que tiene en México un socio y no una piñata.
Desde que Trump ganó, el gobierno de México, cobardemente, dejó solos a los mexicanos en Estados Unidos. Ese vacío ha sido llenado por artistas — como los tres directores ganadores del Oscar — por periodistas y hasta por el expresidente Vicente Fox, quien, a pesar de las críticas, sale frecuentemente a defender a México en los medios estadounidenses. (Nota para el próximo presidente mexicano: Es necesario que su gobierno tenga portavoces que hablen inglés en la televisión de Estados Unidos, sobre todo en Fox News, el canal que ve Trump).
Quien gane las elecciones en México el 1 de julio debe saber que es totalmente ilusorio e inútil creer que puede cambiar la forma de pensar de Trump. El respeto no se regatea, se gana.

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