Divulgando la cultura en dos idiómas.

The Green Dream

By Jorge Ramos

2019 may well turn out be one of the hottest years on record. Unfortunately, the coming years could be even worse.
The Earth is heating up; that’s undeniable. The only question is: Are we going to take the necessary steps to prevent an environmental disaster? There is still time — even if only a little — to change course. I refuse to accept a forecast of catastrophe.
When it comes to saving the environment, one of the things we definitely shouldn’t do is listen to Donald Trump. The president completely ignores what science has to say on the subject. He pulled the United States out of the Paris climate accord, under which countries pledged to cut their greenhouse gas emissions, and continues to deny that humans are to blame for climate change.
In November, Trump tweeted: “Brutal and Extended Cold Blast could shatter ALL RECORDS – Whatever happened to Global Warming?” Known for his black humor and juvenile sarcasm, Trump prefers to see the tree and not the forest. But what is happening to our planet isn’t funny at all.
NASA recently announced that global surface temperatures have risen dramatically in recent times. The last five years (2014-2018) have been the warmest since record keeping began 140 years ago. In 2018, the fourth hottest year on record, the Earth’s temperature was 1 degree Celsius (1.8 degrees Fahrenheit) warmer than it was in the late 19th century.
While a single degree may not sound like that much, it’s important to remember that we’re talking about global averages here. There are patches on the Earth’s surface where temperatures have risen much more.
The consequences of climate change are evident everywhere. More frequent and more powerful Atlantic storms are battering the East Coast, including Florida, where I live. On the other side of the continent, increasingly brutal and uncontrollable fires are devastating California communities. Meanwhile, small islands are disappearing under rising seas as the polar regions, the Earth’s freezers, melt at alarmingly high rates. Even the ocean currents themselves are changing. All this can only lead to death — for humans, for animals and for the ecosystem.
The one thing we ask of nature is that it remains constant. We want everything around us to stay the same, for the sun to rise and set each day.
However, no matter where we look today we see frightening change. There is rain where it’s usually dry, snow where it’s warm and suffocating heat where it’s normally freezing cold. Where there were beaches before, there is now water and erosion; algae where there were schools of fish; shades of gray where there were landscapes full of color; winds where there was calm. And all of these changes are occurring with violence. This is nature unleashed, unhinged, lost.
I wish I were being alarmist. I am not. I have only a few years left before I’m gone. It is the next generation that will face the music, my kids and yours.
That is why it came as no surprise to me that 29-year-old Alexandria Ocasio-Cortez — the youngest woman ever elected to Congress — was the one to take action and propose a Green New Deal. Her proposal — unattainable, according to her critics — lays out a number of ambitious goals for the next 10 years, including meeting the United States’ power needs entirely through clean, renewable energy and vastly expanding the nation’s investment in high-speed rail.
Such a plan would require the country to make radical changes, starting now. And the truth is that there is no political will to make that happen. That’s why House Speaker Nancy Pelosi referred to the Green New Deal as a “green dream.” Fortunately, Ocasio-Cortez is as sharp with her speech as she is on social media. When asked about Pelosi’s remark, Ocasio-Cortez responded by refashioning the words into a mission statement: “I think it is a green dream.”
Even if the proposal is never put in effect, it’s worth noting the sense of urgency that has built up around it. This is, after all, a literal life-or-death situation.
Ocasio-Cortez and the young men and women from her generation won’t let people like Trump make decisions for them; that’s why they’ve taken the baton from his hands.
Their future is at stake — as is the planet’s.

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El Sueño Verde

Es muy posible que este 2019 sea uno de los años más calurosos de tu vida. Pero si las cosas siguen igual, los años que vienen podrían ser aún peores. La tierra, irremediablemente, se está calentando, y la pregunta es si estamos dispuestos a hacer lo necesario para evitar una tragedia ambiental. Prefiero pensar que queda poco tiempo para corregir rumbo que aceptar un pronóstico catastrofista.
Por favor, no le hagas caso a Donald Trump en esto. El Presidente no cree en la ciencia; avisó que Estados Unidos se saldrá del acuerdo de París — para reducir las emisiones mundiales de gases a la atmósfera — y se rehúsa a reconocer que los seres humanos somos culpables del cambio climático.
En noviembre, en un tuit, Trump dijo: “Una brutal y extendida ola polar puede romper TODOS LOS RÉCORDS. ¿Qué pasó con el calentamiento global?” Trump, con un peligroso humor negro, prefiere ver el árbol y no el bosque. Pero no da risa.
La NASA anunció hace poco que continúa el aumento constante de las temperaturas en el planeta. Sus científicos, tal y como lo publicó el diario The New York Times, hicieron un promedio de las temperaturas que había entre 1880 y 1899. Y luego se dieron cuenta que los últimos cinco años registrados — 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018 — eran los más calientes en 140 años. El mundo en el 2018, dice el New York Times, tenía un grado centígrado más de temperatura (o 1,8 grados Fahrenheit) que a finales del siglo XIX.
Sí, ya sé lo que estás pensando. Total ¿qué es un grado más? Es muchísimo, sobre todo si tomamos en cuenta que ese es sólo un promedio mundial y que hay partes de la tierra que han aumentado mucho más de temperatura.
Las consecuencias de este cambio climático están por todas partes. En la Florida, donde vivo, y en la costa este de Estados Unidos tenemos tormentas y huracanes más poderosos y frecuentes. Esto mientras en el otro lado del país, en California, sufren de brutales e incontrolables incendios. Los polos, que son los congeladores de la tierra, se derriten a niveles nunca antes vistos. Hay islas en peligro de extinción por los crecientes niveles del mar — ve por favor este durísimo documental de Michael Adams sobre el peligro para los habitantes de unas islas en Panamá (youtu.be/C6u48KxL790) — y hasta las corrientes oceánicas se están modificando. El resultado es uno sólo: muerte, de humanos, de vida marina, del ecosistema.
De la naturaleza queremos constancia. Que se ponga el sol y se vuelva a meter, y que nuestro entorno se mantenga igual. Pero estoy seguro que, donde vives, ya hay ejemplos de destrucción. Llueve donde no llovía, cae nieve donde hacía calor, y te sofocas donde helaba; hay agua y erosión donde existían playas, algas donde había peces, grises donde había color, viento donde nada soplaba — y todo ocurre con más violencia. Es la naturaleza desatada, desencajada, fuera de orden, con el rumbo perdido.
Ojalá esto fuera amarillismo. Pero no soy dramático. A mí me quedan unos años y listo. La bronca es para los que se quedan, para mis hijos y sus hijos.
Por eso no me sorprende que haya sido la congresista más joven en la historia de Estados Unidos, Alexandria Ocasio-Cortez, de 29 años de edad, quien haya tomado la iniciativa de proponer un Nuevo Acuerdo Verde. Su ambiciosa propuesta — irrealizable, dicen sus críticos — es a 10 años. Y en ese tiempo quiere que toda la energía que se utiliza en Estados Unidos sea limpia, renovable y que no genere desperdicios. A la larga, reemplazando aviones, se crearía un sistema de trenes (rápidos y eficientes) como los que hay en Japón y algunos países europeos.
Eso requeriría cambios radicales desde ahora. Y no existe la voluntad política para hacerlo. Por eso la líder del congreso, Nancy Pelosi, lo calificó como un “sueño verde”. Y la congresista Ocasio-Cortez, tan ágil con las palabras como en las redes sociales, transformó esa crítica en una misión: “Sí, creo que se trata de un sueño verde».
Aunque ese proyecto no despegue, lo importante es notar el sentido de urgencia que existe. Es, literalmente, una situación de vida y muerte. Ocasio-Cortez y su generación no van a permitir que gente como Trump decida por ellos, y por eso le arrancaron la agenda de sus manos.
Es su futuro, su planeta, su vida, su sueño.

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