Sabía que el pasado 23 de marzo sería un día inolvidable cuando en mi recorrido por Egipto con 41 de mis segudoras, pudiera conocer el histórico y majestuoso río Nilo. Lo que jamás imaginé fue que la transmisión de una noticia mundial marcaría el recuerdo de ese paseo.
Escuché a una de las viajeras de mi grupo acercarse y preguntarme si me había enterado del mensaje de Kate Middleton. No había visto noticias, pero con tantos rumores sobre “su desaparición”, pensé en divorcio.
Cuando escuché de su cáncer, no sólo sentí mi corazón estremecerse, sino que quedé estupefacta… Instantáneamente, mis ojos pararon de observar la inmensidad del Nilo, mi cuerpo dejó de sentir el calor del sol egipcio y mis oídos no oyeron más los gritos de los vendedores que se acercaban en pequeñas lanchas a ofrecer manteles.
En cuestión de segundos, volví a sentir el frío de aquel consultorio médico en diciembre de 2016 cuando escuché al doctor decirme la peor noticia de mi vida: “tienes cáncer” .
Precisamente, en el momento en que conoces tenerlo, es lo peor de todo el proceso. Y es que no hay nada más aterrador en la vida que sentir el temor a morir. Enterarme que alguien más se acaba de enfermar, no sólo me hace entender su terror, sino que me hace compartir lo que me hizo vencer ese monstruo.
Sea un diagnóstico de cáncer o cualquier batalla dura, lo más importante es la actitud con que se enfrente. El día de mi diagnóstico, después de llorar me dije: “El cáncer no sabe con quién se metió, pues esta batalla la voy a ganar yo”.
En mi paseo por el río Nilo, no solo agradecí a Dios por mi sanación, sino que le pedí regalarle también a la princesa Kate y cada paciente la misma acitud que me concedió.
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