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Jorge Ramos: La Elección de Nicolás

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Mi hijo, Nicolás, quien hace poco cumplió 18 años de edad, va a votar por primera vez en su vida. Ya se registró, y está siguiendo muy de cerca la contienda por la Casa Blanca.
Nicolás no está solo. Desde la elección del 2012 hay 3.4 millones de latinos que cumplieron 18 años de edad y que, por lo tanto, son elegibles para votar, según un estudio reciente de la empresa Nielsen. Y los votantes hispanos son muy jóvenes. El 65% de todos los latinos que puede votar tiene menos de 44 años de edad. Y ellos podrían decidir quién será el próximo presidente o presidenta de Estados Unidos … si salen a votar. Ese es precisamente el problema.
Tenemos mala fama como votantes. Es cierto: Sólo el 48% de los latinos elegibles para votar lo hizo en el 2012. Uno de cada dos se quedó callado. La apuesta es que eso cambie el próximo martes 8 de noviembre donde habrá 27 millones de latinos elegibles para votar. Ya veremos si los insultos de Donald Trump contra los inmigrantes se convierten en votos de papel.
Todas las encuestas a nivel nacional dan a Hillary Clinton como ganadora del voto latino por amplio margen. La última de NBC y el Wall Street Journal la pone con el 67% del voto hispano frente a un 17% para Trump. Ese es un número muy preocupante para los republicanos. John McCain perdió la Casa Blanca en el 2008 con el 31% del voto latino, y Mitt Romney con el 27% en el 2012.
Sea como sea, los millones de latinos “millennials”tendrán una enorme influencia en escoger al ganador de la elección. Pero, no los veo muy entusiasmados con ninguno de los dos candidatos.
Esta es, y tenemos que reconocerlo, una de las campañas más sucias en la historia moderna de Estados Unidos. Hemos ido de las denuncias de racismo y hostigamiento sexual contra Trump, hasta las acusaciones de poca transparencia en el manejo de sus mensajes de correo electrónico y discursos privados de Clinton. Algunos de los temas que más le preocupan a los “millennials” — desde la deuda con que se quedan luego de ir a la universidad hasta el medio ambiente y la justicia social — no han sido centrales en esta campaña presidencial.
Por lo anterior, este podría haber sido un buen año para los candidatos de otros partidos. Pero Gary Johnson del Partido Libertario y Jill Stein del Partido Verde no lograron colarse en ninguno de los tres debates presidenciales a pesar de que muchas de sus ideas resuenan fuertemente entre los votantes más jóvenes.
Hay, lo sé, muchas razones para no amar a los candidatos. Pero no votar sería un gravísimo error. Esta elección tendrá enormes consecuencias durante muchas generaciones. Este noviembre se decide qué tipo de país será Estados Unidos: uno que acepta la diversidad racial y a los que vienen de fuera o uno que se encierra en sí mismo y busca con nostalgia un pasado donde los blancos anglosajones eran una contundente mayoría.
No, contrario a lo que muchos nos quieren hacer creer, el sistema democrático funciona bien en Estados Unidos. Es complicado — por estar basado en los votos electorales de cada estado y no en el voto popular — pero es confiable. La belleza de las verdaderas democracias es que todo voto cuenta. Y el de Nicolás va a contar por primera vez.
Nico, cuando yo tenía tu edad, decidí no votar en México. En ese 1976 hubo un mayúsculo fraude electoral y “ganó” la presidencia José López Portillo (sin que la oposición designara candidato). En ese momento México tenía un gobierno represivo y autoritario y hubiera dado cualquier cosa para que mi voto contara. Tendrían que pasar tres décadas para que yo decidiera votar por primera vez.
También me tocó ver cómo en Colombia se eligió a un presidente, Ernesto Samper, luego que su campaña fuera acusada de recibir $6 millones de dólares del narcotráfico. En Venezuela, Hugo Chávez cambió la constitución para quedarse 13 años en el poder y no los cinco que me había prometido. Y Cuba sigue siendo una dictadura.
Te cuento esto para que tú y tus amigos sepan que la democracia no es cosa fácil. Por eso, ahora que tú puedes votar en Estados Unidos, no desperdicies la oportunidad. En una democracia, tu voto es tu voz. No dejes nunca que otros decidan por ti.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de noticias de Univision Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es “A Country for All: An Immigrant Manifesto”.)
(¿Tiene algún comentario o pregunta para Jorge Ramos? Envíe un correo electrónico a Jorge.Ramos@nytimes.com. Por favor incluya su nombre, ciudad y país.)


Nicolas’ Election

My son, Nicolas, who recently turned 18, will vote this year for the first time. He’s already registered, and he’s following the presidential race very closely, just like the rest of us.
Nicolas is in good company: 3.4 million Latinos have turned 18 since 2012, according to data from Nielsen, and are thus eligible to vote for the first time in a presidential election. Additionally, 65% of all Latinos old enough to vote are younger than 44. This group could very well determine who the next president of the United States will be … if they get out and vote. That’s where we have a problem.
As voters, we Latinos have a bad reputation. Only 48% of eligible Latinos voted in 2012 — the other half decided to keep silent. Hispanic groups are betting that this trend will be reversed on Nov. 8, and that a significant portion of the nation’s 27 million eligible Latinos will head to the polls. Will Donald Trump’s anti-immigrant rhetoric bring out more Latinos to vote? We’ll have to wait and see.
Every national poll says that Hillary Clinton is carrying the Latino vote by a substantial margin. A recent survey from NBC and The Wall Street Journal showed that 67% Latino voters favored her over Trump, who garnered only 17%. That should be a very worrisome number for Republicans. After all, John McCain lost the White House in 2008 with 31% of the Latino vote, as did Mitt Romney in 2012, with 27%.
But while millions of Latino millennials could have tremendous sway in the election, they don’t seem too enthusiastic about either candidate. This is arguably one of the dirtiest campaigns in modern American history: Accusations of racism and allegations of sexual harassment have clouded the Trump campaign. Concerns over Hillary Clinton’s lack of transparency about her State Department emails and her private speeches have persisted throughout her campaign. And some of the most worrisome issues for millennials — from student debt to environmental preservation to social justice — haven’t been at the core of either campaign.
That might lead you to expect that 2016 would be a good year for third-party candidates. But Gary Johnson, the Libertarian candidate, and Green Party candidate Jill Stein failed to rally enough support to earn a place in the three presidential debates, even though many of their ideas resonated among young voters.
Yet simply not voting would be a terrible mistake. This election will have huge consequences for many generations. In November, we’ll all decide what kind of country the United States will be. Will it continue to welcome people from all backgrounds and cultures, as it has for decades? Or will it isolate itself and try to revive a past in which whites were an overwhelming majority?
Contrary to what many pundits (and Trump himself) would have us believe, America’s national electoral system works very well. It’s complicated, yes, due mainly to the fact that a presidential election comes down to electoral votes from each state rather than an overall popular vote. But it’s reliable.
The beauty of a true democracy is that every vote counts. And this time, Nicolas’ will count as well.
P.S.: Nico, back in 1976, when I was your age, I decided not to vote in Mexico. Electoral fraud was rampant, and Jose Lopez Portillo “won” the presidency with no opposing candidate. At that time, Mexico’s government was repressive and authoritarian, and I would have given anything to make my vote count. Three decades passed before I finally voted.
But in my career I’ve seen a president elected in Colombia — Ernesto Samper — after his campaign was accused of receiving millions of dollars from drug traffickers. And in Venezuela, Hugo Chavez amended the constitution in order to remain in power for 13 years, instead of the five he had promised. And Cuba remains under dictatorial rule.
I tell you all of this so that you and friends can know that democracy isn’t easy — but now that you can vote, don’t pass up the chance. Don’t let others decide your fate. In a democracy, your vote is your voice.
(Jorge Ramos, an Emmy Award-winning journalist, is a news anchor on Univision and the host of “America With Jorge Ramos” on Fusion. Originally from Mexico and now based in Florida, Ramos is the author of several best-selling books. His latest is “Take a Stand: Lessons From Rebels.” Email him at jorge.ramos@nytimes.com.)

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