Desde el día de la masacre (domingo 12 de junio) en Orlando, Fla., miembros de la comunidad LGBTQ han tenido que defender su existencia e importancia ante las reacciones de políticos conservadores de mente cerrada, quienes piensan que este mundo pertenece a ellos y sus valores deber reinar.
Vergüenza deberían tener.
Esas mismas personas que piensan que el problema con los baños es un chiste, también piensan que el tirador que mató a 49 personas e hirió a otras 53 en un club en Orlando estaba actuando en contra de Estados Unidos. Seguro se sorprendieron al enterarse que el tirador era un amante de las armar, creyente, y un ciudadano nacido en el país.
Durante los días siguientes el enfoque se concentró en que el tirador era musulmán. Se ha comentado más sobre la Fe del individuo que en el hecho que el tirador estaba siendo investigado por el FBI y había prometido su vida a un conocido grupo terrorista.
Su religión no debería ser el problema. Su odio debería serlo.
Este hombre, cuyo nombre no importa, había planeado esto por semanas, o quizás meses. Acorde a los testigos, él tirador había frecuentado el club gay anteriormente, a pesar que según su comportamiento el aborrecía la homosexualidad y se comportaba violentamente al ver dos hombres juntos. Hasta su propio padre declaró que su decisión de matar a esas personas no tenía que ver con su religión, sino con el odio que él sentía contra la homosexualidad.
Tristemente e incomprensiblemente, a pesar de los hechos, hay personas que todavía ignoran que el tirador victimizó a un grupo de personas específicamente: la comunidad LGBTQ.
Este fue un crimen de odio. No fue contra una religión. No fue en contra de los Estados Unidos de América. Este crimen fue en contra la comunidad LGBTQ – personas que simplemente tratan de ser ellos mismos y estar con quien aman. A pesar de todo, los conservadores siguen discutiendo acerca de las armas de fuego y religión, pretendiendo que esto también es de ellos, en véz de aceptar los hechos y hacer el luto que corresponde por las muertes.
Vergüenza deberían tener.
__________________________________________________________________________________________________________
We matter!
A member of the LGBTQ community reflects on Orlando
Commentary by Bri Burrows
Since the massacre on Sunday (June 12) in Orlando, Fla., many LGBTQ individuals have had to defend their self-worth and existence against the political backlash of closed-minded conservatives who seem to think the world is about them and their own beliefs.
Shame on those conservatives.
Those same people, who also think the whole “bathroom issue” is a joke, also think the shooter who killed 49 people and wounded 53 more at an Orlando nightclub was simply targeting Americans. How surprised they must have been to learn the shooter was, in fact, a gun-loving, God-fearing, American-born U.S. citizen.
During the days following the shooting, the focus on the murderer has turned toward his Muslim faith. There has been more hatred and anger over his religion than the fact that he had undergone FBI investigations and pledged his allegiance to a known terrorist organization.
His religion shouldn’t be the issue. His hate should be the issue.
This guy, whose name doesn’t matter, had planned this for weeks, maybe months. According to witnesses, he frequented the nightclub, even though he expressed his anger at the mere sight of two men kissing. Even his father has stated that the decision to shoot those people had nothing to do with religion, only hate.
Sadly and incomprehensibly, even with those facts, people still ignore that this mass murderer targeted one group of people: the LGBTQ community. And sadly, it seems those facts don’t matter to anyone outside of the LGBTQ community.
This was a hate crime. It wasn’t about hatred of religion. It wasn’t about hatred of Americans. It was about hatred toward LGBTQ people – people who are trying to be themselves and be with who they love. Still, most conservatives are arguing about guns and religion, pretending it’s all about them, instead of taking in the facts and mourning the dead.
Shame on them.